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lunes, 19 de septiembre de 2011

El Centro de Investigación en Geografía Aplicada (CIGA)

El Centro de Investigación en Geografía Aplicada (CIGA) fue creado en mayo de 1984 como respuesta a una triple necesidad: consolidar y difundir una metodología nueva en geografía (enfoque sistémico), generar una mayor y más exacta información y conocimiento del espacio nacional, y poner en valor la investigación geográfica para el desarrollo regional y local de nuestro país.
Desde su inicio, el Centro depende del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se afirman así los lazos interdisciplinarios existentes entre la geografía y las otras áreas de Humanidades, con la historia, cuyo estudio revela la dimensión retrospectiva de cada espacio; con la lingüística, para la toponimia, con la filosofía, que construye el método, clave de una verdadera observación. Además no descuida las relaciones con las ciencias naturales, las ciencias de la tierra, ciencias e ingeniería, ciencias sociales, comunicaciones, ciencias políticas y arquitectura.
Desde finales de 1980, las innovaciones tecnológicas de punta en el área de la geomática como la teledetección y los sistemas de información geográfica han sido acogidas por el CIGA. El apoyo de las áreas de ingeniería y ciencias, de los servicios informáticos, y de la Dirección de Informática Académica (DIA), ha jugado un rol significativo para que nuestro Centro amplíe su capacidad de investigación.
En su accionar el CIGA practica la responsabilidad social universitaria, al promover la comunidad de conocimientos, y articulando los procesos universitarios básicos de Investigación, Extensión, Formación y Gestión con las demandas científicas, profesionales y educativas que requiere el desarrollo humano sostenible de nuestro país.
Su experiencia en educación-capacitación la acredita los numerosos cursos, seminarios y talleres realizados en apoyo de instituciones públicas y privadas, en líneas especializadas de formación académico-profesional.

Los fines del CIGA son:
Realizar investigaciones geográficas en el área rural y urbana dentro del territorio nacional.
Asesorar a las entidades públicas y/o privadas en planes de acondicionamiento y ordenamiento territorial e investigaciones específicas.
Crear un archivo sobre modelos de localización espacial de las actividades rurales, industriales y urbanas. Estudiar las posibilidades de aplicación de esos modelos en el acondicionamiento del territorio peruano para fines de desarrollo humano sostenible.
Responder a una necesidad nacional de conocer nuevos métodos y técnicas de ordenación espacial del territorio y gestión ambiental, mediante investigaciones de base.
Líneas de acción


Fuente:

Software para analizar el cambio climático: UNAM

En el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, un grupo de especialistas diseñó un software capaz de identificar las tendencias en el cambio del clima
Ciudad Universitaria, México.- (Texcoco Mass Media).- Ante el riesgo de que el factor climático se convierta en una amenaza para el desarrollo social y económico (lluvias sin precedente, sequías devastadoras y aumentos de la temperatura), un grupo de especialistas del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA), campus Morelia de la UNAM, diseñó un software capaz de identificar, de manera sencilla, sus tendencias de cambio.

“La historia de la Tierra registra modificaciones del clima. Recientemente, este tema ha cobrado relevancia en ámbitos científicos, políticos y económicos; incluso, gobiernos de distintos países han establecido medidas encaminadas a evitar los daños relacionados”, dijo Francisco Bautista Zúñiga, edafólogo y coordinador del grupo de universitarios.

En esa perspectiva, plantearon una línea de investigación sobre la evaluación del cambio del clima a nivel local. “Es necesaria para que en cada municipio y entidad federativa se conozcan las tendencias en la modificación de las condiciones atmosféricas, así como su magnitud y dirección (a la alza o a la baja)”, afirmó.

Datos georeferenciados
El clima no es igual de un año a otro. Puede hacerse una observación del comportamiento anual; entonces, aparecerán periodos secos y lluviosos, de viento y granizo; a ese registro no se le denominará cambio climático, sino variación climática.

Por lo contrario, si se encuentra una tendencia de cambio, sea de manera continua o por impulsos o “saltos” abruptos es pertinente hablar de cambio climático, aclaró.

Los especialistas del CIGA, junto con profesores del Instituto Tecnológico Superior de Tacámbaro, diseñaron la aplicación denominado MOCLIC (Monitoring Climate Change) para organizar, almacenar y operar datos georeferenciados de los elementos del clima.

Lograron descubrir que en la nación hay localidades donde las condiciones ambientales se tornan más calientes o tienden a enfriarse, y también, sitios sin ninguna modificación.

“Es necesario conocer los registros históricos de esos elementos para instrumentar políticas de mitigación de los efectos negativos de la crisis ambiental, si es que la hay, o para aprovechar sus efectos positivos”, agregó el investigador.

En una computadora personal

MOCLIC permite consultar y analizar en una computadora personal, por mes, año o periodos, los elementos del clima almacenados en grandes bases de datos. De ese modo, los profesionales de las diversas disciplinas contarán con información confiable para tomar decisiones.

“Por ejemplo, un médico puede cruzar información de enfermedades intestinales con la tendencia climática de periodos específicos, o un agrónomo obtener cifras de la producción de cereales para relacionarlas con registros anuales de lluvia y hallar explicaciones de un suceso”.

Con este programa, es posible calcular índices bio y agroclimáticos (humedad, aridez, erosividad por lluvia o concentración de precipitaciones), y a partir de los conocimientos obtenidos, prevenir el impacto de las inundaciones en poblados, de los movimientos en masa (desgajamientos de tierra en lugares que han sido deforestados), de la formación de zonas de disolución de rocas y, consecuentemente, de hoyos en el suelo y subsuelo.

Igualmente, si en una región se advierten procesos de desecación, MOCLIC será útil para identificarlos; con ello, los agrónomos podrán considerar el uso de semillas mejoradas que resistan la sequía, o la optimización de las técnicas de captación de agua de lluvia, de almacenamiento o de tipos de riego.

La aplicación “permite generar datos para el estudio de la variabilidad y del cambio de los elementos del clima, y su análisis en series de tiempo, así como advertir las tendencias y magnitud. Pero lo más importante son las lecturas para abordar el presente”, aclaró Bautista Zúñiga.

Asimismo, se pueden hacer consultas rápidas y gráficas, sin la necesidad de revisar miles de papeles. Los universitarios esperan que pueda ser empleado en todos los centros de investigación relacionados con el clima.

Ha sido evaluado en el propio CIGA y en el Centro de Ciencias de la Atmósfera, con datos provenientes de Yucatán y Michoacán; además, cuenta con un manual de procedimiento. Está a disposición en el sitio www.ciga.unam.mx/ciga/

Climogramas

Los creadores de este software evitaron el lenguaje científico que pudiera resultar complicado e introdujeron categorías de análisis simples, como “índice de humedad” (cociente de precipitación pluvial) y “evapotranspiración” (agua del suelo hacia la atmósfera); además, categorizaron años o meses según su condición: húmedo, hiperhúmedo, subhúmedo.

“Al elaborar los climogramas con el índice de humedad, podemos esbozar el clima durante un año con palabras sencillas. Las gráficas se utilizan para determinar si hay o no un cambio. El MOCLIC tiene dos formas de probar esto: genera una recta que todo el mundo puede leer: si es horizontal significa que no hay cambio; si se eleva quiere decir que el lugar se calienta, y si va hacia abajo, que se enfría”, explicó.

El grupo del CIGA seleccionó la Estación Meteorológica de Abalá, en Yucatán, con la hipótesis de que en ese lugar encontrarían tendencias negativas.

“Con datos de 1960 a 2006, vimos cómo se formaba una recta descendente tiempo-temperatura, lo que indicó que hubo y hay una intensidad de cambio climático de tres grados hacia abajo, lo que se corroboró con la prueba de Mann-Kendall que, estadísticamente, es significativa. En esa comunidad se documentó un ejemplo de modificación climática local, pero a la baja: el lugar se enfría”.

En otra prueba realizada en Uruapan, Michoacán, el resultado fue en sentido contrario: ascendente, es decir, el lugar se calienta.

Con esta información, cruzada con registros históricos de producción y enfermedades, puede plantearse si hay relación clima-salud humana, clima-producción pecuaria, clima-producción agrícola, clima-desastres naturales, inundaciones, o pérdida de cosechas.


Fenómenos identificados

Se tienen registros históricos de inundaciones, erosiones y movimientos en masa. Pero, desde el punto de vista de Bautista Zúñiga, el cambio climático se usa para encubrir otro tipo de efectos ambientales, más de uso de suelo relacionado con la mala toma de decisiones locales.

Por ejemplo, en Angangueo, Michoacán, un movimiento en masa sepultó varias casas el año pasado, como consecuencia del uso inmoderado de la vegetación de las montañas. Si hay deforestación, la red de raíces que retiene el suelo se acaba, y si se presenta una lluvia abundante, el suelo se desplaza y sepulta lo que encuentra a su paso.
“Sí, este fenómeno no es resultado del cambio climático, sino del mal uso del suelo, propiciado por la presión que se ejerce sobre los campesinos pobres para que lleven sus cultivos a las partes altas. Entonces, ellos talan los bosques y esa práctica se convierte en un asunto de carácter político-ambiental, encubierto con argumentos del cambio climático”, consideró.

Bautista Zúñiga sostuvo que este último podría desencadenar efectos previsibles, como una evapotranspiración ocasionada por el incremento en la temperatura y, por consiguiente, una menor disponibilidad de agua y una merma en la producción de cultivos.

Además, los organismos vivos, incluidos los humanos, tendrían que utilizar energía metabólica extra para tratar de mantenerse a una temperatura adecuada. Algunos lo conseguirían, otros no.

“Fenómenos como éstos deben ser identificados primero, antes de tener una oportunidad de enfrentarlos con éxito. Nosotros creemos que MOCLIC puede ser útil en esa tarea”, concluyó.
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