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jueves, 22 de marzo de 2012

ONG dicen que pactos UE-Latinoamérica suspenden en materia social y ambiental


Bruselas, 22 mar Varias plataformas de ONG denunciaron hoy en Bruselas que el tratado de libre comercio (TLC) negociado por la UE con Colombia y Perú y el acuerdo de asociación firmado con Centroamérica no cumplen con las expectativas de protección ambiental y de los derechos humanos.


Las plataformas de organizaciones de la sociedad civil como ALOP, CIFCA, Grupo Sur y Oidhac han organizado junto a miembros del Parlamento Europeo una conferencia sobre los recursos naturales de América Latina y los acuerdos comerciales que están pendientes de entrar en vigor en la región.
Durante el debate, expertos latinoamericanos analizaron las consecuencias sociales y ambientales de estos acuerdos, como la expansión de actividades extractivas y de los agrocombustibles, así como su impacto en el acceso de las poblaciones locales al agua, explicaron las organizaciones en un comunicado.
La coordinadora del área de minería de la asociación CENSAT Agua Viva - Amigos de la Tierra Colombia, Tatiana Rodríguez, señaló que las actividades extractivas que se incrementarán con la implementación de estos acuerdos "crearán muy poco empleo y requerirán grandes extensiones de terreno".
Por lo que respecta a la expansión de las plantaciones de palma aceitera y caña de azúcar para producir biocombustibles, el portavoz de la Coordinación de ONG y Cooperativas de Guatemala, Alberto Alonso-Fradejas, manifestó que la "fiebre del oro verde" ha causado en diez años la destrucción de un 29 % de las tierras dedicadas al cultivo de alimentos y otro 20 % de selva tropical en su país.
Tanto el acuerdo de asociación con Centroamérica como el TLC con Colombia y Perú que ha negociado la UE contienen cláusulas de garantía de protección de los derechos humanos y medioambientales.
En cambio, en opinión de Alonso-Fradejas, "carecen de mecanismos explícitos que permitan monitorear, denunciar o hacer frente a las graves problemáticas" derivadas de la expansión de esas plantaciones.
Las organizaciones expresaron su preocupación por que, en su opinión, estos acuerdos no aseguran un acceso al "agua limpia y sostenible para todos como derecho fundamental", sino que consideran ese recurso como un "bien económico".
Por su parte, la eurodiputada liberal Catherine Bearder apuntó que estudios de impacto impulsados por la Comisión Europea advierten de riesgos medioambientales en esas regiones con la implementación de los acuerdos.
Para el eurodiputado de Izquierda Unitaria Europea Jürgen Klute, el Parlamento Europeo, que votará en septiembre previsiblemente la aprobación o no de esos tratados, "debe escuchar las voces que dicen 'no' a estos acuerdos y prestar atención a sus recomendaciones".

Regresión del agronegocio o el síndrome de Vietnam

Escrito por Dra Graciela Gomez

La Dra. Graciela Gómez es una Mujer Argentina valiente que arremete contra viento y marea para el bien y la dignidad de todos



“El hombre se impresiona mucho más fácilmente por enfermedades que presentan claros síntomas, y sin embargo sus peores enemigos se introducen en el sin impedimentos” es la cita que Rachel Carson grabó en la página 152 de “Primavera Silenciosa” y pertenece al microbiólogo Rene Dubos a quien ella llamaba “sabio”.
Lamentablemente esos científicos genuinos no dejaron discípulos de su talla, la pseudociencia hoy se vende al mejor postor y trabajan para matar, no para construir. -“En un partido que algunos dirían que se hizo en el infierno, dos de los principales productores de agroquímicos se han unido en una asociación para volver a introducir el uso del herbicida 2, 4-D, tristemente célebre defoliante Agente Naranja , utilizado en la guerra de Vietnam”. Así lo publica el Huffington Post de New York el viernes 17 de febrero.
Dow AgroSciences ha desarrollado una variedad de maíz genéticamente modificada que puede tolerar 2, 4-D, que va a acabar las plagas resistentes que el Roundup no puede matar. Los agricultores que opten a este sistema estarán obligados a la dosis doble de sus campos con un cóctel mortal de Roundup Plus 2, 4-D, los cuales son fabricados por Monsanto.
El uso de 2, 4-D está prohibido en varios países europeos y provincias de Canadá. La sustancia es un carcinógeno, y se ha demostrado su incidencia en defectos congénitos en los hijos de los aplicadores de pesticidas en un estudio realizado por la Universidad de Minnesota, por el patólogo Vicente Garry y que puede ser un factor de riesgo para enfermedades como el linfoma no Hodgkin, algo normal en los veteranos de Vietnam expuestos al Agente Naranja. La EPA ha declarado que el producto químico puede tener "potencial de alteración endocrina"interfieriendo en el sistema hormonal y puede resultar tóxico para abejas, aves y peces, según un estudio realizado por el Servicio Forestal de los EE.UU. y otros.
La agricultura industrial a gran escala se ha vuelto dependiente cada vez más de agrotóxicos, algunos lo han comparado a “un drogadicto que requiere soluciones cada vez más grandes” , por lo que científicos advierten que este creciente adicción a los agrotóxicos es insostenible en el largo plazo. La fertilidad del suelo disminuye a medida que las lombrices de tierra y los microorganismos vitales son eliminados por los pesticidas y herbicidas. Contaminan el agua subterránea, y puede poner en peligro la salud de los animales de granja que son alimentadas con el grano.
Nadie sabe a ciencia cierta los efectos que provocará en la salud de los consumidores . El maíz mezclado con altos niveles de 2,4-D puede contaminar desde el cereal para el desayuno a la carne de ganado vacuno.
El maíz transgénico de Dow cuesta casi tres veces más que las semillas convencionales. Y la duplicación prevista del uso de plaguicidas en los próximos años va a ser costosa, así como la destrucción de tierras agrícolas y los ecosistemas.
La dioxina tiene una vida media de 100 años o más cuando se está por debajo de la superficie, lixiviados en el suelo o incrustadas en sedimentos del río o arroyo. Las dioxinas se ha generado como un subproducto de herbicida 2,4,5-T realizados por Monsanto y Dow, los 2 productores del Agente Naranja. Esta sustancia se utilizó en los EE.UU. para fines agrícolas en la década de 1940 y para la guerra química en Viet Nam a partir de la década de 1960 hasta 1971. Fue eliminado en finales de 1970.
Tribunales de los EE.UU. rechazaron las demandas de los veteranos de guerra afectados sobre la base de un precedente de la Corte Suprema de Justicia, conocida como la “Doctrina Feres”, que prohíbe toda causa de acción de daños que surja de actos incidentales al servicio militar, independientemente de la relación entre las partes en controversia.
La fórmula de Monsanto contenían altos niveles de dioxinas y era más sucio que los productos de Dow. Monsanto no sólo era consciente de que la dioxina en 1950 era un peligro para la salud, sino que también creó un informe fraudulento.
El juez Jack Weinstein fue designado por la Corte Federal de los EE.UU. para el Distrito Este de Nueva York y luego se intimó a los abogados defensores para que acepten una “modesta solución” de $ 180 millones, una suma insuficiente para cubrir el tratamiento médico de cientos de miles de veteranos heridos. El juez basó su decisión en el estudio de Monsanto que se ha demostrado que era fraudulento.
Aproximadamente 11 millones de litros de agente naranja fueron arrojados sobre Vietnam entre 1962 y 1970. Se estima que el Agente Naranja es responsable de 400.000 muertes, 3 millones de víctimas de la enfermedad y 500.000 niños que nacen con malformaciones. En 1990, un estudio canadiense probó el suelo, del agua del estanque, los peces y tejidos de aves, así como muestras de sangre humana, y encontró niveles peligrosamente altos de dioxinas que viajan en la cadena alimentaria para los seres humanos.
Las concentraciones de dioxinas son 13 veces mayor que el promedio en el suelo de las zonas afectadas, y en el tejido graso humano, 20 veces más alta. Otro estudio japonés, comparando las áreas fumigadas con los que no lo eran, encontraron que los niños tenían tres veces más probabilidades de nacer con paladar hendido, o con los dedos de manos y pies adicionales. Hay ocho veces más hernias en estos niños, y tres veces más nacen con discapacidades mentales. En 2001, otros científicos descubrieron que las personas que viven en la zona fumigada de Binh-Hoa cerca de Ho Chi Minh City, tiene 200 veces la cantidad de fondo de la dioxina en la sangre.
En 2004, las víctimas vietnamitas presentaron una demanda contra Dow, Monsanto y otros fabricantes del Agente Naranja. El juez Weinstein, el mismo juez citado más arriba, presidió este caso y lo desestimó, utilizando la excusa de que Monsanto y Dow eran los contratistas del gobierno. También alegó que el Agente Naranja no fue considerado un veneno durante ese período, según el derecho internacional.
Mientras que Monsanto y Dow tienen responsabilidad, el costo de la atención médica y la hospitalización de los veteranos afectados es pagado por los contribuyentes estadounidenses. A esto Monsanto respondió que “Creemos que las consecuencias adversas que presuntamente han surgido de la guerra de Vietnam, incluyendo el uso del Agente Naranja, deben ser resueltos por los gobiernos que estuvieron involucrados”.
El Agente Naranja es una mezcla al 50 y 50 de dos herbicidas comunes, 2,4-D y 2,4,5-T, fue uno de los 15 herbicidas utilizados en la guerra de Vietnam y el más aplicado.Más de 2 millones de estadounidenses sirvieron en Vietnam. La EPA también está involucrado en el encubrimiento y ha estado retrasando un informe de evaluación sobre la dioxina desde 1985 para proteger a las industrias de plástico, cloro, papel, herbicidas y agrícolas.
En 1990, los agricultores empezaron a aplicar Roundup más y más por hectárea, pero la tecnología ha comenzado a fallar. En lo que fue sin duda uno de los eventos más predecibles en la historia de la agricultura, cuando los agricultores riegan millones de hectáreas de tierra con un solo herbicida durante años, las malas hierbas evolucionan para resistir a ese veneno.
En su petición a la USDA para su aprobación, la compañía dice que el rasgo de 2,4-D es que se "apilan" con el rasgo Roundup de Monsanto para "generar híbridos comerciales con tolerancias a herbicidas múltiples". Y una vez que lo hacen, los agricultores pueden rociar sus campos tanto con 2,4-D y Roundup. El 2,4-D va a matar las malas hierbas que el Roundup no puede. Actualmente la agencia puso a consulta pública el asunto y el período de comentarios termina 27 de febrero.
La principal preocupación en el uso de 2,4-D es la deriva del pesticida porque el compuesto es muy volátil y propenso a ser transportado en el aire, donde puede hacer daño a las plantas no objetivo, como la granja de verduras del vecino.
En un informe reciente publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, los investigadores revisaron la investigación publicada por Dow Chemicals y manifestaron que era muy engañosa e inexacta. Los autores del estudio señalaron en su reciente artículo: “Creemos que (Wright et al. (1)) un investigador de Dow AgroSciences, a tergiversado el potencial para el 2,4-D para las malezas resistentes y se exagera la sostenibilidad de su enfoque para hacer frente a la resistencias al glifosato”.
Al igual que la investigación de nuevos antibióticos, la investigación de nuevos plaguicidas ha llegado a un virtual estancamiento. En cambio, las empresas de biotecnología están volviendo a los viejos, los productos químicos más tóxicos, como el 2,4-D, en busca de inspiración.
La derrota o Síndrome de Vietnam y la pérdida de vidas para los Estados Unidos fue de 58.159 muertes y 1.700 desaparecidos. Pero no lo entendieron, en las guerras siempre gana el mismo ejército, el de la muerte.-
Fuente: ECOS DE ROMANG

Educación para la sostenibilidad

Se precisa una educación que ayude a contemplar los problemas ambientales y del desarrollo en su globalidad, teniendo en cuenta las repercusiones a corto, medio y largo plazo, tanto para una colectividad dada como para el conjunto de la humanidad y nuestro planeta; a comprender que no es sostenible un éxito que exija el fracaso de otros; a transformar, en definitiva, la interdependencia planetaria y la mundialización en un proyecto plural, democrático y solidario. Un proyecto que oriente la actividad personal y colectiva en una perspectiva sostenible, que respete y potencie la riqueza que representa tanto la diversidad biológica como la cultural y favorezca su disfrute.

La importancia dada por los expertos en sostenibilidad al papel de la educación queda reflejada en el lanzamiento mismo de la Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible o, mejor, para un futuro sostenible (2005-2014) a cuyo impulso y desarrollo esta destinada esta página web.
Como señala UNESCO (ver “enlaces” en esta misma página web): “El Decenio de las Naciones Unidas para la educación con miras al desarrollo sostenible pretende promover la educación como fundamento de una sociedad más viable para la humanidad e integrar el desarrollo sostenible en el sistema de enseñanza escolar a todos los niveles. El Decenio intensificará igualmente la cooperación internacional en favor de la elaboración y de la puesta en común de prácticas, políticas y programas innovadores de educación para el desarrollo sostenible”.
En esencia se propone impulsar una educación solidaria -superadora de la tendencia a orientar el comportamiento en función de intereses particulares a corto plazo, o de la simple costumbre- que contribuya a una correcta percepción del estado del mundo, genere actitudes y comportamientos responsables y prepare para la toma de decisiones fundamentadas (Aikenhead, 1985) dirigidas al logro de un desarrollo culturalmente plural y físicamente sostenible (Delors, 1996; Cortina et al., 1998).
Para algunos autores, estos valores solidarios y comportamientos responsables exigen superar un “posicionamiento claramente antropocéntrico que prima lo humano respecto a lo natural” en aras de un biocentrismo que “integra a lo humano, como una especie más, en el ecosistema” (García, 1999). Pensamos, no obstante, que no es necesario dejar de ser antropocéntrico, y ni siquiera profundamente egoísta -en el sentido de “egoísmo inteligente” al que se refiere Savater (1994)- para comprender la necesidad de, por ejemplo, proteger el medio y la biodiversidad: ¿quién puede seguir defendiendo la explotación insostenible del medio o los desequilibrios “Norte-Sur” cuando comprende y siente que ello pone seria y realmente en peligro la vida de sus hijos?
La educación para un futuro sostenible habría de apoyarse, cabe pensar, en lo que puede resultar razonable para la mayoría, sean sus planteamientos éticos más o menos antropocéntricos o biocéntricos. Dicho con otras palabras: no conviene buscar otra línea de demarcación que la que separa a quienes tienen o no una correcta percepción de los problemas y una buena disposición para contribuir a la necesaria toma de decisiones para su solución. Basta con ello para comprender que, por ejemplo, una adecuada educación ambiental para el desarrollo sostenible es incompatible con una publicidad agresiva que estimula un consumo poco inteligente; es incompatible con explicaciones simplistas y maniqueas de las dificultades como debidas siempre a “enemigos exteriores”; es incompatible, en particular, con el impulso de la competitividad, entendida como contienda para lograr algo contra otros que persiguen el mismo fin y cuyo futuro, en el mejor de los casos, no es tenido en cuenta, lo cual resulta claramente contradictorio con las características de un desarrollo sostenible, que ha de ser necesaria¬mente global y abarcar la totalidad de nuestro pequeño planeta.
Frente a todo ello se precisa una educación que ayude a contemplar los problemas ambientales y del desarrollo en su globalidad (Tilbury, 1995; Luque, 1999; Duarte, 2006), teniendo en cuenta las repercusiones a corto, medio y largo plazo, tanto para una colectividad dada como para el conjunto de la humanidad y nuestro planeta (Novo, 2006a); a comprender que no es sostenible un éxito que exija el fracaso de otros; a transformar, en definitiva, la interdependencia planetaria y la mundialización en un proyecto plural, democrático y solidario (Delors, 1996). Un proyecto que oriente la actividad personal y colectiva en una perspectiva sostenible, que respete y potencie la riqueza que representa tanto la diversidad biológica como la cultural y favorezca su disfrute (Ver Biodiversidad y Diversidad cultural).
Merece la pena detenerse en especificar los cambios de actitudes y comportamientos que la educación debería promover: ¿Qué es lo que cada uno de nosotros puede hacer “para salvar la Tierra”? Las llamadas a la responsabilidad individual se multiplican, incluyendo pormenorizadas relaciones de posibles acciones concretas en los más diversos campos que podemos agrupar en:
• Consumo responsable (ecológico o sostenible), presidido por las “3 R” (reducir, reutilizar y reciclar), que puede afectar desde la alimentación (reducir, por ejemplo, la ingesta de carne) al transporte (promover el uso de la bicicleta y del transporte público como formas de movilidad sostenible), pasando por la limpieza (evitar sustancias contaminantes), la calefacción e iluminación (sustituir las bombillas incandescentes por las de bajo consumo) o la planificación familiar, etc., etc. (Button y Friends of the Earth, 1990; Silver y Vallely, 1998; García Rodeja, 1999; Vilches y Gil, 2003). Particular importancia está adquiriendo la idea de compensar los efectos de aquellas acciones que contribuyan a la degradación y no podamos evitar, como, por ejemplo, determinados viajes en avión (Bovet et al., 2008, pp 22-23). Puede consultarse, entre otras, la web ww.ceroco2.org.
• Comercio justo, que implica producir y comprar productos con garantía de que han sido obtenidos con procedimientos sostenibles, respetuosos con el medio y con las personas (y que ha dado lugar a campañas como “Ropa limpia”, centrada en el comercio textil o “Juega limpio” que se ocupa más concretamente de ropa deportiva). Este mismo principio de responsabilidad personal ha de aplicarse en la práctica del turismo (ver Turismo sostenible) o en las actividades financieras, siguiendo los principios de la Banca ética, de forma que el beneficio obtenido de la posesión e intercambio de dinero sea consecuencia de la actividad orientada al bien común y sea equitativamente distribuido entre quienes intervienen a su realización.
• Activismo ciudadano ilustrado, lo que exige romper con el descrédito de “la política”, actitud que promueven quienes desean hacer su política sin intervención ni control de la ciudadanía.
En ocasiones surgen dudas acerca de la efectividad que pueden tener los comportamientos individuales, los pequeños cambios en nuestras costumbres, en nuestros estilos de vida, que la educación puede favorecer: Los problemas de agotamiento de los recursos energéticos y de degradación del medio –se afirma, por ejemplo- son debidos, fundamentalmente, a las grandes industrias; lo que cada uno de nosotros puede hacer al respecto es, comparativamente, insignificante. Pero resulta fácil mostrar (bastan cálculos muy sencillos) que si bien esos “pequeños cambios” suponen, en verdad, un ahorro energético per cápita muy pequeño, al multiplicarlo por los muchos millones de personas que en el mundo pueden realizar dicho ahorro, éste llega a representar cantidades ingentes de energía, con su consiguiente reducción de la contaminación ambiental (Furió et al., 2005).
El futuro va a depender en gran medida del modelo de vida que sigamos y, aunque éste a menudo nos lo tratan de imponer, no hay que menospreciar la capacidad que tenemos los consumidores para modificarlo (Comín y Font, 1999). La propia Agenda 21 indica que la participación de la sociedad civil es un elemento imprescindible para avanzar hacia la sostenibilidad. Aunque no se debe ocultar, para ir más allá de proclamas puramente verbales, la dificultad de desarrollo de las ideas antes mencionadas, ya que comportan cambios profundos en la economía mundial y en las formas de vida personales. Por ejemplo, el descenso del consumo provoca recesión y caída del empleo. ¿Cómo eludir estos efectos indeseados? ¿Qué cambiar del sistema y cómo se podría hacer, al menos teóricamente, para avanzar hacia una sociedad sostenible?
Se precisa, por tanto, un esfuerzo sistemático por incorporar la educación para la sostenibilidad, como una prioridad central en la alfabetización básica de todas las personas, es decir, como un objetivo clave en la formación de los futuros ciudadanos y ciudadanas (Novo, 2006a). Un esfuerzo de actuación que debe tener en cuenta que cualquier intento de hacer frente a los problemas de nuestra supervivencia como especie ha de contemplar el conjunto de problemas y desafíos que conforman la situación de emergencia planetaria (Vilches y Gil, 2003 y 2009). Ése es precisamente uno de los retos fundamentales que se nos presentan, el carácter sistémico de problemas y soluciones: la estrecha vinculación de los problemas, que se refuerzan mutuamente y han adquirido un carácter global, exige un tratamiento igualmente global de las soluciones. Dicho con otras palabras: ninguna acción aislada puede ser efectiva, precisamos un entramado de medidas que se apoyen mutuamente. Una “Nueva cultura del agua”, por ejemplo, concebida para una adecuada gestión de este recurso vital, ha de ser solidaria de otras “Nuevas culturas” (energética, urbana, de la movilidad, demográfica…) que abarquen sin contradicciones ni olvidos el conjunto de las actividades humanas.
Se requieren acciones educativas que transformen nuestras concepciones, nuestros hábitos, nuestras perspectivas... que nos orienten en las acciones a llevar a cabo, en las formas de participación social, en las políticas medioambientales para avanzar hacia una mayor eficiencia, hacia una sociedad sostenible... acciones fundamentadas, lo que requiere estudios científicos que nos permitan lograr una correcta comprensión de la situación y concebir medidas adecuadas.
Particular importancia reviste el esfuerzo de educación en los medios no urbanos, hasta aquí escasamente atendidos (ver Desarrollo Rural). Cabe recordar a este respecto que, a pesar de la rápida y creciente urbanización (ver Urbanización y sostenibilidad), más de 3000 millones de personas en los países en desarrollo (cerca del 60% de su población) y casi la mitad de la población mundial viven en zonas rurales. La educación es crucial para afrontar la pobreza en este medio y lograr un desarrollo rural sostenible. Por ello, en 2002, durante la Segunda Cumbre de la Tierra, celebrada en Johannesburgo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la UNESCO pusieron en marcha una iniciativa de cooperación para incrementar el acceso y mejorar la educación básica de la población rural Estas acciones educativas no pueden limitarse hoy a la educación formal sino que han de extenderse al amplio campo de la educación no reglada (museos, prensa, documentales…), sin olvidar que vivimos en la era digital, en la que Internet está favoreciendo una difusión global y una conectividad constante que debe ser aprovechada críticamente (Hayden, 2008).
Es preciso insistir en que las acciones en las que podemos implicarnos no tienen por qué limitarse al ámbito “individual”: han de extenderse al campo profesional (que puede exigir la toma de decisiones) y al socio-político, oponiéndose a los comportamientos depredadores o contaminantes (como está haciendo con éxito un número creciente de vecinos que denuncian casos flagrantes de contaminación acústica, urbanismo depredador, etc.) o apoyando, a través de ONGs, partidos políticos, etc., aquello que contribuya a la solidaridad, a la construcción de una cultura de paz y la defensa del medio. Una defensa a nivel ciudadano que viene siendo impulsada con el establecimiento por la Asamblea general de las Naciones Unidas del Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de Junio, a través del cual Naciones Unidas intenta estimular la concienciación sobre el cuidado del medio ambiente a nivel mundial, promoviendo la atención y la acción política.
Y es preciso, también, que las acciones individuales y colectivas eviten los planteamientos parciales, centrados exclusivamente en cuestiones ambientales físicas (contaminación, pérdida de recursos…) y se extiendan a otros aspectos íntimamente relacionados, como el de los graves desequilibrios existentes entre distintos grupos humanos o los conflictos étnicos y culturales (campaña pro cesión del 0.7 del presupuesto, institucional y personal, para ayuda a los países en desarrollo, defensa de la pluralidad cultural, etc.). En definitiva, es preciso reivindicar de las instituciones ciudadanas que nos representan (ayuntamientos, asociaciones, parlamento…) que contemplen los problemas locales en la perspectiva general de la situación del mundo y que adopten medidas al respecto, como está ocurriendo ya, por ejemplo, con el movimiento de “ciudades por la sostenibilidad”. Como afirman González y de Alba (1994), “el lema de los ecologistas alemanes ‘pensar globalmente, pero actuar localmente’ a lo largo del tiempo ha mostrado su validez, pero también su limitación: ahora se sabe que también hay que actuar globalmente”. También Novo (2006b) insiste en el carácter transnacional de la problemática ambiental contemporánea y en la necesidad, por tanto, de análisis y medidas “glocales” (a la vez globales y locales) para hacer frente a dicha problemática. Ello nos remite a las medidas políticas, que junto a las educativas y tecnológicas resultan imprescindibles para sentar las bases de un futuro sostenible (ver Gobernanza universal).
Como hemos señalado, es imprescindible incorporar la educación para la sostenibilidad como un objetivo clave en la formación de los futuros ciudadanos y ciudadanas y hacer comprender la necesidad de acciones que contribuyan a un futuro sostenible en los diferentes ámbitos: consumo responsable, actividad profesional y acción ciudadana.
Resulta esencial, sin duda, comprender la relevancia que tienen nuestras acciones –lo que hacemos o dejamos de hacer- y construir una visión global de las medidas en las que podemos implicarnos. Pero la acción educativa no puede limitarse al logro de dicha comprensión, dando por sentado que ello conducirá a cambios efectivos en los comportamientos: un obstáculo fundamental para lograr la implicación de los ciudadanos y ciudadanas en la construcción de un futuro sostenible es reducir las acciones educativas al estudio conceptual.
Es necesario, por ello, establecer compromisos de acción en los centros educativos y de trabajo, en los barrios, en las propias viviendas… para poner en práctica algunas de las medidas y realizar el seguimiento de los resultados obtenidos. Estas acciones debidamente evaluadas se convierten en el mejor procedimiento para una comprensión profunda de los retos y en un impulso para nuevos compromisos. Éste es el objetivo, por ejemplo de “Hogares verdes”, un programa educativo dirigido a familias preocupadas por el impacto ambiental y social de sus decisiones y hábitos cotidianos. El programa persigue:
• Promover el autocontrol del consumo de agua y energía
• Introducir medidas y comportamientos que favorezcan el ahorro
• Ayudar a hacer una compra más ética y ecológica
El programa propone, en una primera fase, reducir las emisiones de CO2 en el equivalente al objetivo marcado por Kyoto (5.2%) y el consumo doméstico del agua entre un 6 y un 10%. En una segunda fase pretende:
• Sustituir al menos 5 productos de alimentación básicos por otros procedentes de agricultura y ganadería ecológica o comercio justo
• Eliminar de la lista de compra al menos dos productos nocivos
• Eliminar igualmente al menos dos productos superfluos.
De este modo, mediante una serie de medidas progresivas, que cuentan con el debido seguimiento, se evita generar desánimo y el consiguiente abandono y se contribuye a la implicación de la ciudadanía para la construcción de un futuro sostenible. Pero el objetivo ha de ser llegar a extender los cambios de actitud y comportamiento al conjunto de actividades que como consumidores, profesionales y ciudadanos podemos realizar (Vilches, Praia y Gil-Pérez, 2008). El Premio Goldman, también conocido como “Premio Nobel Verde” viene a destacar anualmente la labor de ecologistas de base en defensa del medio y, en particular, en la protección de ecosistemas y espacios en peligro, contribuyendo así a la creación de un clima social de implicación en la construcción de un futuro sostenible. Merece también la pena destacar el Premio al Correcto Modo de Vida (Right Livelihood Award), instituido en 1980 por el escritor y ex eurodiputado sueco-alemán Jakob von Uexküll, quien consideraba que el Premio Nobel tradicional "ignora mucho acerca de trabajos y conocimientos vitales para nuestro mundo y nuestro futuro". La ceremonia de entrega de los Right Livelihood Award se realiza cada año en el Parlamento Sueco, en Estocolmo, poco antes de que se den a conocer los galardonados por el Premio Nobel tradicional y ha sido concedido a personalidades como Vandana Shiva o Leonardo Boff que se han distinguido en la defensa de formas de vida solidarias y sostenibles.
Y ese clima social de implicación en la construcción de un futuro sostenible se verá enriquecido por la inclusión de la educación para la sostenibilidad en la propuesta “Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios, un proyecto que según se indica en la presentación del Documento a Debate pretende: “Reflexionar y acordar en 2010 un conjunto de metas e indicadores que diera un impulso a la educación de cada uno de los países. El objetivo final es lograr a lo largo de la próxima década una educación que dé respuesta satisfactoria a demandas sociales inaplazables (…)Así mismo, este proyecto ha de ser un instrumento fundamental en la lucha contra la pobreza, en la defensa de los derechos de las mujeres y en el apoyo a la inclusión de los más desfavorecidos, especialmente las minorías étnicas, las poblaciones originarias y los afrodescendientes”.
Terminaremos presentando, a título de ejemplo, una serie de acciones que la educación para la sostenibilidad puede y debe promover, impulsando el establecimiento de compromisos de acción concretos que impliquen a la ciudadanía y a los futuros ciudadanos y ciudadanas en la construcción de un futuro sostenible (ver cuadros 1 a 7). Este conjunto de propuestas resumen el trabajo colectivo realizado por diversos grupos de profesores en formación y en activo en talleres concebidos para el impulso de la Década de la educación para un futuro sostenible.
Cuadro 1. Reducir (no malgastar recursos) Ver 
Reducir el consumo de agua en la higiene, riego, piscinas
Ducha rápida; cerrar grifos mientras nos cepillamos los dientes o enjabonamos
Proceder al riego por goteo
Reducir el consumo de energía en iluminación
Usar bombillas de bajo consumo;
Apagar las luces innecesarias (vencer inercias) y aprovechar al máximo la luz natural
Reducir el consumo de energía en calefacción y refrigeración
Aislar (aplicar las normas adecuadas de aislamiento de las viviendas)
No programar temperaturas muy altas (abrigarse más) o excesivamente bajas (ventilar mejor, utilizar toldos…)
Apagar los radiadores o acondicionadores innecesarios (vencer inercias)
Reducir el consumo de energía en transporte promoviendo la movilidad sostenible
Usar transporte público
Usar la bicicleta y/o desplazarse a pie
Organizar desplazamientos de varias personas en un mismo vehículo
Reducir la velocidad, conducir de manera eficiente
Evitar el avión siempre que posible
Evitar los ascensores siempre que sea posible
Reducir el consumo de energía en otros electrodomésticos
Cargar adecuadamente lavadoras, lavaplatos, etc. No introducir alimentos calientes en el frigorífico…
Apagar completamente la TV, el ordenador, etc., cuando no se utilizan
Descongelar regularmente el frigorífico, revisar calderas y calentadores, etc.
Reducir el consumo energético en alimentación, mejorándola al mismo tiempo
Comer más verduras, legumbre y frutas y menos carne
Respetar las paradas biológicas y no consumir inmaduros
Evitar productos exóticos que exijan costosos transportes
Consumir productos de temporada y de agricultura ecológica   
Reducir el uso de papel
Evitar imprimir documentos que pueden leerse en la pantalla
Escribir, fotocopiar e imprimir a doble cara y aprovechando el espacio (sin dejar márgenes excesivos)
Rechazar el consumismo: practicar e impulsar un consumo responsable (Ver Guía de consumo Actúa)
Analizar críticamente los anuncios (ver www.consumehastamorir.com). Enmudecer los anuncios…
No dejarse arrastrar por campañas comerciales: San Valentín, Reyes…
Programar las compras (ir a comprar con lista de necesidades)
Otras Propuestas (Añadir)
Cuadro 2. Reutilizar todo lo que se pueda
Reutilizar el papel
Imprimir, por ejemplo, sobre papel ya utilizado por una cara
Reutilizar el agua
Recoger el agua del lavabo y ducha para el WC. Recoger también agua de lluvia para riego o WC
No utilizar ni aceptar objetos de usar y tirar
En particular evitar bolsas y envoltorios de plástico, papel de aluminio, vasos de papel…
Sustituirlos por reutilizables, reparándolos cuando sea necesario, mientras se pueda
Utilizar productos reciclados (papel, tóner…) y reciclables
Favorecer la reutilización de ropa, juguetes, ordenadores...
Donarlos a las ONG que los gestionan
Rehabilitar las viviendas
Hacerlas más sostenibles (mejor aislamiento, etc.) evitando nuevas construcciones
Otras Propuestas (Añadir)
Cuadro 3. Reciclar
Separar los residuos para su recogida selectiva
Llevar a “Puntos Limpios”(ecopuntos y ecoparques) lo que no puede ir a los depósitos ordinarios
Reciclar pilas, bombillas fluorescentes, móviles, ordenadores, aceite de cocina, productos tóxicos...
No echar residuos al WC ni a desagües
Otras Propuestas (Añadir)
Cuadro 4. Utilizar tecnologías respetuosas con el medio y las personas
Aplicar personalmente el principio de precaución
No comprar productos sin cerciorarse de su inocuidad: vigilar la composición de los alimentos, productos de limpieza, ropa… y evitar los que no ofrezcan garantías
Evitar esprays y aerosoles (utilizar pulverizadores manuales)
Aplicar las normas de seguridad en el trabajo, en el hogar...
Optar por las energías renovables en el hogar, automoción, etc.
Utilizar electrodomésticos eficientes, de bajo consumo y poca contaminación (A++)
Disminuir el consumo de pilas y utilizar pilas recargables
Otras Propuestas (Añadir)


Cuadro 5. Contribuir a la educación y acción ciudadana

Informarnos bien y comentar con otr@s(familiares, amig@s, colegas, estudiantes...) cuál es la situación y, sobre todo, qué podemos hacer
Realizar tareas de divulgación e impulso:
Aprovechar prensa, Internet, video, ferias ecológicas, materiales escolares...
Ayudar a tomar conciencia de los problemas insostenibles y estrechamente vinculados: consumismo, explosión demográfica, crecimiento económico depredador, degradación ambiental, desequilibrios…
Informar de las acciones que podemos realizar e impulsar a su puesta en práctica, promoviendo campañas de uso de bombillas de bajo consumo, reforestación, asociacionismo, maternidad/paternidad responsable, trabajo político…
Ayudar a concebir las medidas para la sostenibilidad como una mejora que garantiza el futuro de todos y no como una limitación
Impulsar el reconocimiento social de las medidas positivas
Estudiar y aplicar lo que un@ puede hacer por la sostenibilidad como profesional
Investigar, innovar, enseñar…
Contribuir a ambientalizar el lugar de trabajo, el barrio y ciudad donde habitamos…
Otras Propuestas (Añadir)

Cuadro 6. Participar en acciones sociopolíticas para la sostenibilidad

Respetar y hacer respetar la legislación de protección del medio de defensa de la biodiversidad
Evitar contribuir a la contaminación acústica, luminosa o visual
No fumar donde se perjudique a terceros y no arrojar nunca colillas al suelo
No dejar residuos en el bosque, en la playa…
Evitar ir a residir en viviendas que contribuyan a la destrucción de ecosistemas
Tener cuidado con no dañar la flora y la fauna
Cumplir las normas de tráfico para la protección de las personas y del medio ambiente
Denunciar las políticas de crecimiento continuado, incompatibles con la sostenibilidad
Denunciar los delitos ecológicos
Talas ilegales, incendios forestales, vertidos sin depurar, urbanismo depredador…
Respetar y hacer respetar los Derechos Humanos
Denunciar cualquier discriminación, étnica, social, de género...
Colaborar activamente y/o económicamente con asociaciones que defienden la sostenibilidad
Apoyar programas de ayuda al Tercer Mundo, defensa del medio ambiente, ayuda a poblaciones en dificultad, promoción de Derechos Humanos...
Reclamar la aplicación del 0.7 de ayuda al Tercer Mundo y contribuir personalmente
Promover el Comercio Justo
Rechazar productos fruto de prácticas depredadoras (maderas tropicales, pieles animales, pesca esquilmadora, turismo insostenible…) o que se obtengan con mano de obra sin derechos laborables, trabajo infantil y apoyar las empresas con garantía (Ver www.sellocomerciojusto.org)
Reivindicar políticas informativas claras sobre todos los problemas
Defender el derecho a la investigación sin censuras ideológicas
Exigir la aplicación del principio de precaución
Oponerse al unilateralismo, las guerras y las políticas depredadoras
Exigir el respeto de la legalidad internacional
Promover la democratización de las instituciones mundiales (FMI, OMC, BM...)
Respetar y defender la diversidad cultural
Respetar y defender la diversidad de lenguas
Respetar y defender los saberes, costumbre y tradiciones (siempre que no conculquen derechos humanos)
Dar el voto a los partidos con políticas más favorables a la sostenibilidad
Trabajar para que gobiernos y partidos políticos asuman la defensa de la sostenibilidad
Reivindicar legislaciones locales, estatales i universales de protección del medio
“Ciberactuar”: Apoyar desde el ordenador campañas solidarias y por la sostenibilidad
Otras Propuestas(añadir)

Cuadro 7. Evaluar y compensar

Realizar auditorias del comportamiento personal
En la vivienda, transporte, acción ciudadana y profesional…
Compensar las repercusiones negativas de nuestros actos (emisiones de CO2, uso de productos contaminantes…) mediante acciones positivas (ver www.ceroco2.org).
Contribuir a la reforestación, ayudar a ONGs…
Otras Propuestas(añadir)

Naturalmente, no se trata de proponer la puesta en marcha simultánea del conjunto de medidas concebidas. Conviene seleccionar colectivamente, para empezar, aquellas que se vean más fácilmente realizables y consensuar planes y formas de seguimiento que se conviertan en impulso efectivo, favorezcan resultados positivos y estimulen una implicación creciente.

Referencias en este tema "Educación para la sostenibilidad"

AIKENHEAD, G. S. (1985). Collective decision making in the social context of science. Science Education, 69(4), 453-475.
BOVET, P., REKACEWICZ, P, SINAÏ, A. y VIDAL, A. (Eds.) (2008). Atlas Medioambiental de Le Monde Diplomatique, París: Cybermonde.
BUTTON, J. and FRIENDS OF THE EARTH (1990) ¡Háztelo Verde! Barcelona: Integral.
COMÍN, P. y FONT, B. (1999). Consumo sostenible, Barcelona: Icaria.
CORTINA, A., ESCAMEZ, J., LLOPIS, J. A. y CIURANA, J. C. (1998). Educar en la justicia. Valencia: Generalitat Valenciana.
DELORS, J. (Coord.) (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Madrid: Santillana. Ediciones UNESCO.
DUARTE, C. (Coord.) (2006). Cambio Global. Impacto de la actividad humana sobre el sistema Tierra. Madrid:CSIC.
FURIÓ, C., CARRASCOSA, J., GIL-PÉREZ, D. y VILCHES, A. (2005). ¿Qué problemas plantean la obtención y el consumo de recursos energéticos? En: Gil- Pérez et al. (Eds.). ¿Cómo promover el interés por la cultura científica? Una propuesta didáctica fundamentada para la educación científica de jóvenes de 15 a 18 años. Santiago de Chile: UNESCO.
GARCÍA, J. E. (1999). Una hipótesis de progresión sobre los modelos de desarrollo en Educación Ambiental, Investigación en la Escuela, 37, 15-32.
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HAYDEN, T. (2008). 2008 El estado del planeta. National Geographic España. Madrid: RBA
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SAVATER, F. (1994). Biología y ética del amor propio. En Nadal, J. (Ed), El mundo que viene. Madrid: Alianza.
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VILCHES, A. y GIL-PÉREZ, D. (2003). Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia. Madrid: Cambridge University Press. Capítulo 1
VILCHES, A y GIL-PÉREZ, D. (2009). Una situación de emergencia planetaria a la que debemos y podemos hacer frente. Revista de Educación. Número extraordinario 2009, 101-122.
VILCHES, A., PRAIA, J. y GIL- PÉREZ, D. (2008). O Antropoceno: Entre o risco e a oportunidade, Educação. Temas e Problemas, 5, Año 3, 41-66. 3.

Cita recomendada
VILCHES, A., GIL PÉREZ, D., TOSCANO, J.C. y MACÍAS, O. (2012). «Educación para la sostenibilidad» [artículo en línea]. OEI. ISBN 978-84-7666-213-7. [Fecha de consulta: dd/mm/aa].


Haga en fuente para ir a ver algunos enlaces de interés en este tema “Educación para la sostenibilidad”

CRL (Campaña Ropa Limpia)
Carta de la Tierra
Compensar emisiones, Iniciativa para el cuidado del clima
Coordinadora Estatal de Comercio Justo (España)
Día mundial del medio Ambiente, Naciones Unidas
Educación sin Fronteras
FAO, dimensión educación
Manual de Educación para el Desarrollo Sostenible
Metas educativas 2021.
Ministerio de Medio Ambiente, Formación y Educación Ambiental
Programa de Educación para el Desarrollo del Banco Mundial
UNESCO, Educación para todos en América Latina y el Caribe
UNESCO Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC)
UNESCO, Educación para todos para el 2015
UNESCO, Educación para un Desarrollo Sostenible
UNESCO, Educación para todos en América Latina y el Caribe
UNESCO OREALC, Cultura de Paz

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FUENTE

De la “Primavera silenciosa” al clamor por RIO+20 (Boletín Nº 77)


Celebramos este año el 50 aniversario de la publicación en 1962 del libro de Rachel Carson “Primavera silenciosa”. Es, al mismo tiempo, una conmemoración dolorosa y estimulante. Dolorosa porque nos recuerda el drama que supuso el uso del DDT, el envenenamiento que provocaba en los ecosistemas (el título hace referencia a la desaparición de los pájaros) y sus consecuencias sobre los campesinos que lo utilizaban. El libro daba abundantes y contrastadas pruebas de los efectos nocivos del DDT... lo que no impidió que fuera violentamente criticada y sufriera un acoso muy duro por parte de la industria química, los políticos e incluso numerosos científicos, que negaron valor a sus pruebas y le acusaron de estar contra un progreso que permitía dar de comer a una población creciente y salvar así muchas vidas humanas. Sin embargo, apenas 10 años más tarde se reconoció que el DDT era realmente un peligroso veneno y se prohibió su utilización en el mundo rico, aunque, desgraciadamente, se siguió utilizando en los países en desarrollo.
Pero es también una conmemoración estimulante porque la batalla contra el DDT fue dada por científicos como Rachel Carson en confluencia con grupos ciudadanos que fueron sensibles a sus llamadas de atención y argumentos. De hecho Rachel Carson es hoy recordada como “madre del movimiento ecologista”, por la enorme influencia que tuvo su libro en el surgimiento de grupos activistas que reivindicaban la necesidad de la protección del medio ambiente, así como en los orígenes del denominado movimiento CTS. Sin la acción de estos grupos de ciudadanos y ciudadanas con capacidad para comprender los argumentos de Carson, la prohibición se hubiera producido mucho más tarde, con efectos aún más devastadores. La batalla contra DDT es un ejemplo del papel decisivo que un activismo ciudadano fundamentado (basado en el conocimiento) puede jugar en la toma de decisiones para dar solución a los problemas socioambientales.
Esta ambivalencia está presente en la mayoría de las efemérides relacionadas con el medio ambiente: hacen referencia a graves problemas, pero nos señalan también las posibilidades de solución. Pensemos, por señalar un ejemplo mucho más próximo, que ahora hace un año tuvo lugar el gravísimo “accidente” de Fukushima, cuyas consecuencias se siguen pagando en Japón de manera directa, pero con repercusiones para todo el planeta. Pero tan importante como recordar estos hecho dolorosos es tener presente lo que se ha hecho y qué más se puede hacer frente a los problemas que conllevan las centrales nucleares. Ahora en 2012 recordamos que hace un año tuvo lugar el desastre de Fukushima, pero también que ese mismo año el pueblo italiano rechazó en referéndum la construcción de centrales nucleares, mientras que en Alemania, Suiza y Bélgica se decidió el cierre de las suyas apostando por el desarrollo de energías limpias y renovables. Y en 2012 celebramos, sobre todo, la declaración por Naciones Unidas del Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos, reivindicando la urgencia de una transición desde la energía fósil y nuclear a la energía limpia y renovable, que numerosos estudios han mostrado necesaria y posible.
Pero en 2012 conmemoramos muy en particular la celebración hace 20 años en Rio de Janeiro de la primera Cumbre de la Tierra. Para algunos ello constituye el recuerdo de unas esperanzas frustradas: la lucha contra la contaminación, contra el cambio climático, contra la pobreza, etc., que allí se programó para el logro de un futuro sostenible ha dado escasos resultados. Tienen razón. Pero ello no puede ser motivo de desánimo y pasividad, sino de esfuerzos acrecentados para lograr que las medidas necesarias y posibles sean adoptadas. Esos son los objetivos de RIO+20, la Cumbre de la Tierra que tendrá lugar, también en Rio de Janeiro, del 20 al 22 de junio. Como ha señalado Álvaro Marchesi, Secretario General de la OEI, “La propuesta de las Naciones Unidas es ambiciosa pues incluye temas tan importantes como el fortalecimiento de los compromisos políticos en favor del desarrollo sustentable; el balance de los avances y las dificultades vinculados a su implementación; y las respuestas a los nuevos desafíos emergentes de la sociedad. Además, plantea una cuestión clave que constituye uno de los ejes centrales de la cumbre: cómo lograr una economía ecológica que garantice la sustentabilidad y la erradicación de la pobreza”. Una economía verde que desplace la economía marrón, depredadora e insostenible, y dé respuesta a la grave crisis económica, ambiental y social en que nos encontramos, mediante un Green New Deal.
Esta no debe ser, pues, una primavera silenciosa: necesitamos un clamor de apoyo a RIO+20. Como educadores tenemos la responsabilidad y el privilegio de contribuir a crear el necesario clima social que obligue a los responsables políticos a alcanzar acuerdos vinculantes para el logro de un futuro sostenible. El futuro que queremos.
Educadores por la sostenibilidad
Boletín Nº 77, 21 de marzo de 2012

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