Bill y Melinda Gates en la presentación de una sede de su fundación.
Después de reactivar el debate sobre la energía nuclear, Bill Gates ha decidido calentar ahora otro asunto que causa aún mayores divisiones en la comunidad científica: el uso de la geoingeniería para combatir el cambio climático.
A través de la startup Intellectual Ventures (la misma que está detrás de TerraPower, la compañía que aspira a construir un reactor nuclear que funcione con uranio empobrecido), Bill Gates ha puesto más de 3,5 millones de euros de su bolsillo para estudiar la viabilidad de "soluciones" como la inyección de partículas de dióxido de sulfuro a 45 kilómetros sobre la Tierra.
La nueva apuesta del fundador de Microsoft empezó a la sombra hace cinco años. En febrero del 2010, durante una intervención en la conferencia TED, Gates defendió notoriamente y por primera vez el uso de la geoingeniería "para mitigar el cambio climático".
Pero es ahora, tras la falta de acuerdo para un nuevo tratado internacional, cuando el multimillonario norteamericano ha decidido hacer 'lobby' ante los gobiernos y presionar para la aprobación de los primeros experimentos de geoingeniería.
No es el único multimillonario implicado
Hasta la fecha, a través de la así llamada Fundación para la Innovación del Clima y la Investigación Energéticao (Ficer), Gates había financiado los estudios de dos destacados científicos: el profesor de Harvard David Keith y el científico de Stanford Ken Caldeira. Según revela esta semana 'The Guardian', Gates ha 'fichado' para el Ficer recientemente a otro de los mayores defensores de la geoingeniería a gran escala: Phil Rasch, director del clima del Pacific Northwest National Laboratory (financiado con dinero público, lo que podría crear un conflicto de intereses).
Gates no está sólo en esta nueva batalla. El británico Richard Branson (a través de su Carbon War Room), el cofundador de Skype Niklas Zennstrom e incluso el multimillonario Murray Edwards (que debe su fortuna al petróleo extraído de las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá) han decidido hacer causa común a la busca de intervenciones en la atmósfera para reflejar la luz solar y enfriar el planeta.
De acuerdo con 'The Guardian', Gates y Edwards tienen acciones por valor de más de 8 millones de euros en Carbon Engineering, una de las compañías punteras del sector, dirigida precisamente por el profesor de Harvard David Keith.
Doug Parr, director científico de Greenpeace, ha dado la voz de alarma esta semana en declaraciones al diario británico: "La idea de que un grupo 'autoseleccionado' tenga tanta influencia es algo extraño. Lo que está en juego es mucho, y los científicos no están en la mejor situación para decidir sobre las implicaciones sociales, éticas y políticas que provoca la geoingeniería".
Los defensores de la geoingeniería sostienen que, tras el fracaso de los acuerdos políticos, no queda otro remedio que pasar la acción con soluciones 'prácticas y baratas' que evitarían a corto plazo el sobrecalentamiento del planeta. Los detractores sostienen que las intervenciones 'artificiales' en el mar o en la alta atmósfera provocarían alteraciones del clima llenas de riesgos, muy difíciles de prever y con efectos más allá de cualquier frontera.
En el 2010, la Convención de la ONU de Diversidad Biológica decretó una moratoria de experimentos de geoingeniería en el mar y en el espacio, salvo los estudios científicos en pequeña escala
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lunes, 13 de febrero de 2012
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