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Principales conceptos, principios y estrategias del desarrollo sustentable y de la educación ambiental, como eje fundamental en la construcción de la sustentabilidad de la ZMVM.

Marco conceptual
Presentamos postura teórico conceptual del proyecto del Premia. Se exponen los principales conceptos, principios y estrategias del desarrollo sustentable y de la educación ambiental, como eje fundamental en la construcción de la sustentabilidad de la ZMVM.

1. Crisis del desarrollo y el ambiente

Todas las actividades humanas, económicas o socioculturales ocurren en el contexto de ciertos tipos de relación entre la sociedad y la naturaleza, representan una forma de administración de la misma. El desarrollo involucra, necesariamente, una transformación de esas relaciones con el ambiente.

El espacio en donde materializa la articulación entre la sociedad y la naturaleza y el conjunto de estrechas interrelaciones establecidas en ella, constituye el ambiente humano, conformado a su vez, por un ambiente natural, un ambiente modificado y un ambiente construido, con fronteras difícilmente perceptibles y en continua evolución.

En este orden de ideas, el ambiente donde vive el ser humano conjunta procesos de diferente naturaleza y temporalidad: físicos, ecológicos, económicos, sociopolíticos, culturales, psicológicos y éticos. Su complejidad se explica porque a sus componentes abióticos y bióticos que lo hacen semejante al medio de los demás organismos se le agrega un entorno transformado y fabricado por la acción social de nuestra especie en el curso del desarrollo económico, social y político de las sociedades humanas.

La interacción entre la sociedad y el ambiente está dirigida a satisfacer “las necesidades, los deseos y las aspiraciones del yo colectivo para una mayor armonía de éste y de los elementos que lo componen”1, o sea a alcanzar el desarrollo, entendido éste no sólo como el aumento de las variables del bienestar social, principalmente de carácter económico y el desarrollo tecnológico, sino como la satisfacción de necesidades relacionadas con la identidad cultural y a la posibilidad de participación social.

El desarrollo pretende de esta manera “elevar la capacidad productiva de la sociedad, la productividad y los ingresos de las personas, cambiar la estructura de clases y grupos y de la organización social; así como transformaciones en la cultura, los valores, las estructuras políticas y de poder, todo lo cual conduce a una mejor calidad de vida”2.

La calidad de vida como objetivo fundamental del desarrollo social, consiste en el grado de satisfacción de las necesidades humanas, objetivas y subjetivas, individuales y colectivas, en función del ambiente en donde se vive. Es la expresión de las necesidades materiales, así como la satisfacción de las aspiraciones y los deseos. Un delicado equilibro entre el tener, el ser y el hacer3.

Si bien se reconoce que las transformaciones de la naturaleza son inevitables e inherentes al desarrollo, también se debe reconocer que el estilo de desarrollo prevaleciente ha supeditado los ciclos y ritmos de recuperación de la naturaleza a una racionalidad económica, deteriora el ambiente y la calidad de vida de la población y pone así en peligro la propia viabilidad del desarrollo para las actuales y futuras generaciones.

Esta estrategia del desarrollo ha originado una problemática ambiental de carácter planetario que pone en juego la conservación de grandes biomas terrestres y acuáticos y del ser humano mismo. Esta crisis ambiental es el resultado de viejos problemas relativos al uso de los recursos naturales, y de otros de diferente índole y más recientes como la contaminación, la deforestación, la erosión, el efecto invernadero y la destrucción de la capa de ozono, entre otros, que constituyen en la actualidad el “cambio global”.

Si bien es cierto que el modelo de desarrollo predominante ha producido una gran cantidad de bienes y ha propiciado el aumento de la población, también es cierto que ha provocado una profunda inequidad y pobreza de grandes núcleos de población, que se suman al creciente deterioro de los ecosistemas y de la biosfera en su conjunto. Entre 1950 y el año 2000, la población mundial se incrementó de 2.5 a más de 6,000 millones de habitantes y se expandió más de 20 veces, con la consecuente presión sobre los ecosistemas para proveer bienes y servicios. El producto mundial bruto y el consumo mundial de combustibles fósiles se cuadruplicaron con la consecuente generación de gases de efecto invernadero.

La trama de actividades económicas en la biosfera, como flujos de materia y energía, ahora compiten con la velocidad de cambio de muchos ciclos y flujos de la naturaleza, a tal grado que se puede afirmar que le hemos arrebatado a ésta su capacidad de autorregularse. Esto tiene efectos de gran magnitud en la estabilidad de los procesos físicos y biogeoquímicos que sustentan la vida en el planeta: el agotamiento y la degradación de los recursos naturales, la contaminación, el cambio climático y la destrucción de la capa de ozono, entre otros. La percepción de estas tendencias de deterioro ha dado como resultado una preocupación internacional manifestada en diferentes declaratorias y acuerdos que reconocen que las sociedades no pueden seguir operando bajo una racionalidad basada fundamentalmente en lo económico a costa de la degradación y abatimiento de la naturaleza, incluida la del ser humano.

Por otro lado, en la sociedad actual se contribuye poco a la búsqueda del bien colectivo: valores como productividad, eficiencia, competitividad y calidad total entre otros, tienden a acentuar la acumulación material y el individualismo, enmarcados en una feroz competencia, en lugar de impulsar y construir vínculos sociales sólidos que permitan encontrar vías de solución a los problemas.

Como consecuencia de esta depauperación material y espiritual en los grupos humanos, especialmente en los centros urbanos, han ido aumentando la violencia, la delincuencia, y el desprecio por la vida. Por su parte, el modelo educativo y principalmente los medios de comunicación, han difundido e impuesto valores que sustentan la sociedad de consumo.4 En este sentido la sociedad actual está sujeta a un proceso de desarrollo caracterizado por procesos estructurales económicos de carácter global, que redimensionan entre otras cosas la división internacional del trabajo, la concentración y centralización de la riqueza, con nuevos canales de circulación e integración de los mercados. A este proceso de “globalización” también acompaña la creación de necesidades suntuarias-consumismo que reclaman, para su satisfacción, productos de los países más apartados y de los climas más diversos, lo que implica una reforma mundial de las culturas y un cambio radical de los hábitos y los sueños.

En resumen, el ritmo actual del deterioro ambiental nos ubica en una peligrosa carrera de expoliación de los recursos naturales a expensas de su ritmo de recuperación, que se expresa en la transformación de los ecosistemas, el agotamiento de los recursos y en un extenso e importante daño ambiental, en suma, en una crisis global ambiental que forma parte de una crisis mayor, la del desarrollo y de valores.

2. El modelo actual de desarrollo

2.1 La relación entre la administración del ambiente y el desarrollo


Para entender cómo la humanidad ha transformado su entorno y a la larga ha propiciado esta crisis ambiental y de valores, algunas posturas teórico conceptuales sobre la administración de la naturaleza, nos acercan a comprender mejor el concepto de desarrollo sustentable, ya sea para confrontarlo o complementarlo. Dicho concepto es la base para el diseño del Premia.

El análisis de las modificaciones a la naturaleza derivadas de las actividades humanas en diferentes contextos socioambientales, implica preguntas que conducen a diferentes explicaciones sobre los riesgos del desarrollo, la relación sociedad-naturaleza y los problemas ambientales derivados de ésta, así como las causas que los determinan y sus alternativas de solución; como resultado de esto, se han desarrollado diferentes estrategias de administración de la biósfera, que contribuyen a la construcción conceptual del desarrollo sustentable.

Dentro de los paradigmas mencionados tenemos: la economía de frontera, la ecología económica, la administración de los recursos, el ecodesarrollo y la ecología profunda Estos conceptos nos permiten sentar las bases teóricas y un marco rector para los programas de educación ambiental en la ZMVM.

Con esta perspectiva, en el cuadro de la siguiente página se señalan las posturas ideológicas más importantes relacionadas con la construcción del concepto de desarrollo sustentable.

Los aportes de estos paradigmas se sintetizan en que la economía de frontera considera a la naturaleza como algo que existe para beneficio del ser humano, quien lo puede manipular y modificar de todas las maneras para mejorar sus condiciones de vida material, pero también considera a la naturaleza como un basurero de subproductos y residuos de las actividades productivas y de consumo de la población.

Por su parte la ecología económica surge como una propuesta para reparar el daño una vez que este se ha producido, así como para poner límites a las actividades peligrosas. Este enfoque es conocido como de “remediación” o “al final de la tubería”. Su principal aporte al concepto de desarrollo sustentable es que reconoce un conjunto de servicios ambientales que tradicionalmente fueron pasados por alto; asimismo, al deterioro ambiental como resultado de los procesos productivos.

Otro paradigma importante es el de la Administración de los recursos o Manejo de Recursos. Sostiene que los países no industrializados basan su economía en el aprovechamiento de sus ecosistemas, y considera la pérdida de la biodiversidad como un atentado contra la base material de su desarrollo; además, enfatiza que los recursos son la base material del desarrollo actual y futuro; ejemplo de esto es la importancia de los parques y reservas como fuentes de recursos genéticos que tienen además un valor asociado a la regulación del clima. Asimismo, incluye el principio “el que contamina paga” como una manera de incorporar a la economía, los costos sociales del deterioro ambiental, más que imponer tecnologías limpias particulares. La propuesta básica es incorporar todos los tipos de capital humano, financiero y de infraestructura además de los recursos biofísicos, en el cálculo de las cuentas nacionales, de inversión y de productividad, así como en las políticas para la planeación y el desarrollo. Este enfoque contradice al de “fronteras económicas”: considera que el agotamiento de los recursos naturales debe ser una preocupación central de la economía y la política.

El paradigma del Ecodesarrollo pone énfasis en la necesidad de reestructurar la relación entre el ser humano y la naturaleza, reorganizando las actividades humanas de manera que sean sinérgicas con los procesos de los ecosistemas y los servicios que éstos prestan y considera las actividades del desarrollo como formas de administración de esta relación. En esta perspectiva, el método del sistema económico cerrado es sustituido por el modelo de la economía biofísica, una economía termodinámicamente abierta incluida en el ecosistema.

Se enfatiza en cambiar el concepto de “el que contamina paga” hacia el de “prevenir la contaminación reditúa”. También propone una coevolución integrada de la naturaleza y una civilización consciente, y pone énfasis en una reorientación del desarrollo hacia una elevación del nivel de integración de políticas y de la planeación social, económica y ecológica.

Finalmente, la Ecología profunda enfatiza los aspectos espirituales y sociales de la relación entre la naturaleza y la sociedad. Propone la democracia participativa, la igualdad social, la libertad, la equidad, el feminismo, el pacifismo y preservar la vida silvestre. Concibe al ser humano como parte de la naturaleza y hace énfasis en el control demográfico autónomo bioregional. También promueve la diversidad biológica y cultural, así como economías no sólo orientadas al crecimiento, sino a una mayor distribución de la riqueza generada, que incorporen, dentro de una amplia perspectiva tecnológica, tecnologías de bajo impacto y tecnologías tradicionales.

Todas estas concepciones teóricas nos muestran las tendencias del desarrollo, con respecto a nuestra relación con la naturaleza, todo esto determinado por el deterioro y escasez de los recursos naturales. En este sentido es importante hacer notar que el actual modelo de desarrollo entendido como crecimiento económico, se ha impuesto en la mayoría de los países con la promesa de disminuir las diferencias sociales y económicas, lo cual está muy lejos de ser una realidad. Por otra parte ha cambiado la concepción original de considerar los bienes naturales como el agua, el aire y los bosques, como elementos gratuitos cuyo desgaste nadie debería pagar.

3. El desarrollo sustentable, una alternativa de solución

3.1 El desarrollo sustentable


Como se puede derivar del apartado anterior, el concepto de desarrollo sustentable es producto de un intenso debate desde la década de los años setenta. Adquiere patente internacional con la publicación del informe Brundtland en 1987, titulado Nuestro futuro común. Dado que actualmente existen más de setenta definiciones sobre este concepto, el Grupo de Trabajo de Educación Ambiental de la Comisión Ambiental Metropolitana, (CAM), se apoyó en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), que define al desarrollo sustentable como el “proceso evaluable mediante criterios e indicadores del carácter ambiental, económico y social que tiende a mejorar la calidad de vida y la productividad de las personas, que se funda en medidas apropiadas de preservación del equilibrio ecológico, protección al ambiente y aprovechamiento de recursos naturales, de manera que se comprometa la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras”.

3.2 Principios del desarrollo sustentable
El concepto de desarrollo sustentable retoma un conjunto de principios orientadores que validan la necesidad de estrategias productivas que no degraden el ambiente y eleven el nivel y calidad de vida de los grupos y sectores de la población, principalmente los grupos más vulnerables.

* El desarrollo humano sustentable debe conceder prioridad a los seres humanos. La protección ambiental es vital para promover el desarrollo humano. Ello implica asegurar la viabilidad de los ecosistemas del mundo a largo plazo, incluida su biodiversidad, puesto que toda la vida depende de ellos.

* Los países en desarrollo no pueden elegir entre crecimiento económico y protección ambiental El crecimiento no es una opción, es un imperativo; la cuestión no es cuánto crecimiento económico haga falta, sino qué tipo de crecimiento.

* Cada país tendrá que fijar sus propias prioridades ambientales, las cuales diferirán con frecuencia en los países industrializados y en desarrollo.

Asimismo, es conveniente modificar pautas de consumo para revertir el deterioro ambiental y mantener la base material del desarrollo, impulsar una mejor comprensión de la importancia de la diversidad de los ecosistemas, aplicar medidas localmente adaptadas a problemas ambientales, mejorar el monitoreo del impacto ambiental producido por las actividades productivas, respetar las pautas socioculturales propias, sobre todo, de los pueblos indígenas, y asumir un enfoque de género en el desarrollo de los proyectos.

3.3 Líneas estratégicas del desarrollo sustentable
Estas consideraciones, reconocidas universalmente, nos permiten plantear las siguientes estrategias.

* Erradicar la pobreza y distribuir más equitativamente los recursos.

* Aprovechar de modo sustentable los recursos naturales y ordenar ambientalmente el territorio.

* Compatibilizar la realidad social, económica y natural.

* Promover la organización y la participación social efectiva.

* Impulsar la reforma del Estado y generar una estrategia socioeconómica propia.

* Reducir el crecimiento demográfico y aumentar los niveles de salud y educación.

* Establecer sistemas comerciales equitativos y abiertos, tanto internos como externos, que incluyan aumentos de la producción para consumo local.

El desarrollo sustentable enfrenta numerosos obstáculos para convertir sus principios generales en políticas operativas, porque aún prevalecen los indicadores económicos como medida del desarrollo.

Para darle una mayor congruencia a los planteamientos del desarrollo sustentable es conveniente otorgan mayor importancia a otras dimensiones asociadas a la calidad de vida, tales como el acceso a la educación y al empleo, a la salud y la seguridad social, a la vivienda en espacios libres de riesgos con servicios, infraestructura y equipamiento, así como a valores como la justicia social, la equidad económica y de género, la igualdad racial, étnica y religiosa, la libertad política e ideológica, la democracia, la seguridad, el respeto a los derechos humanos y la calidad del ambiente.

Para posibilitar el desarrollo sustentable es imperativo aplicar un macroproyecto común para toda la humanidad, lo que depende de un movimiento social que deberá ir acompañado de una firme cruzada educativa en favor del ambiente.

Se reconoce que las estrategias serán diferentes en cada región y en cada cultura, con base en orientaciones y directrices propias. El reto es construir el futuro con otros criterios e indicadores; descender la planificación a la base social, desde el análisis y el diagnóstico de los problemas, sus planteamientos de solución y operación hasta la evaluación de los resultados.

Una política del desarrollo sustentable supone la participación social, a partir del conocimiento empírico de la realidad de los grupos sociales, en un proceso en el cual los ciudadanos pueden manifestar sus intereses socioculturales y sus prioridades. Para que ese conocimiento se pueda expresar en una propuesta operativa acorde con la magnitud de los retos actuales, se requiere alimentarlo con nuevos contenidos científicos que posibiliten a cada comunidad una mejor comprensión de su problemática, y ser gestora de su propio desarrollo. En este ámbito, esa es la tarea de la educación ambiental.

El desarrollo sustentable debe buscar la equidad y una mejor calidad de vida con protección del ambiente, que incluya transformaciones económicas, culturales y políticas; para ello se requiere modificar las líneas productivas y la distribución de los bienes de consumo, en orden a superar el déficit social. Este desarrollo implica un crecimiento diferente, a partir de un cambio tecnológico, de un ordenamiento territorial, de un contexto social democrático que asegure la participación pública en la toma de decisiones, de un sistema económico internacional más justo, así como de un rediseño de políticas, instituciones, leyes y normas.

Entonces, el desarrollo sustentable implica mensajes claramente enunciados y acordes con cada grupo de población, para asegurar que su comprensión auspicie nuevas actitudes y aptitudes, y acelere el proceso de cambio.

Una condición indispensable para que se pueda dar el desarrollo sustentable es la participación comunitaria en la toma de decisiones. Lo anterior debido a que, actualmente los objetivos económicos y ambientales son incompatibles y hasta antagónicos por el tipo de desarrollo que prevalece en la mayor parte de las actividades productivas.

El desarrollo sustentable se puede alcanzar con un crecimiento económico que enfatice sus aspectos cualitativos relacionados con la equidad y la superación de la pobreza, actuando sobre las causas y no sólo sobre sus síntomas y efectos más aparentes.

Este nuevo enfoque de desarrollo sustentable no es cuestión de transacciones temporales o de transferencias de una generación a otra. Antes de actuar sobre los problemas de las futuras generaciones, es imperativo atender las necesidades de las actuales. El problema será cada vez más complejo si se continúan reproduciendo los patrones de producción y consumo, los valores culturales, la desigual distribución del ingreso y los esquemas tecnológicos que propician el deterioro.

En suma, transitar hacia el desarrollo sustentable implica una nueva visión del mundo; la reestructuración de las relaciones Estado-sociedad; la intervención protagónica de la sociedad civil en las decisiones y cambios institucionales, políticos, sociales y culturales, el énfasis por estabilizar el crecimiento y distribución poblacionales; la modificación de patrones de producción y consumo, una reorientación tecnológica que reduzca los riesgos ambientales y sociales, y un rediseño de las instituciones, las políticas y la normatividad.

4. El reto de la Educación Ambiental hacia el desarrollo sustentable
La educación ambiental debe considerar un conjunto de valores universales en la relación sociedad naturaleza que propicie la construcción del desarrollo sustentable. Esto implica la construcción de un proceso civilizatorio de carácter universal que reconozca y respete la diversidad étnica, que incorpore el enfoque de género y que supere las visiones simplistas de la naturaleza y de la cultura. De tal manera que los proyectos y acciones de educación ambiental, en el contexto del Premia se aproximen a la realidad o realidades metropolitanas y den significado al quehacer de los educadores ambientales, a partir de una base conceptual, teórica, histórica y crítica, libre de un empirismo ingenuo y trivial.

4.1 Corrientes en la educación ambiental

Paralelamente al surgimiento de los movimientos ambientalistas como signo de alarma ante el deterioro ambiental y la inadecuada administración de la naturaleza, se reconoce a la educación ambiental como una de las herramientas necesarias para la difusión del conocimiento acerca de estos problemas y como una estrategia para revertir sus tendencias.

A parir de entonces se han desarrollado un gran número de diversas iniciativas de educación ambiental. De pronto la educación ambiental, con sus diferentes nombres y variantes casi se ha convertido en una moda, y diversos grupos, aún los más agresores al ambiente, están supuestamente interesados en realizar actividades educativas para detener el deterioro del ambiente.

En cada tipo de propuesta de educación y específicamente de educación ambiental existe una concepción específica del mundo y de la vida y un tipo de hombre y sociedad que se formaran en ella, con una práctica educativa particular. También es conveniente tener presente que en cada una de estas propuestas subyacen los intereses de variados actores sociales.

La diversidad de experiencias en educación ambiental es muy amplia y su definición y clasificación no es una tarea fácil, ya que no siempre se diferencian en forma franca y en muchas ocasiones comparten elementos de muchas prácticas, sin embargo vale la pena hacer una clasificación amplia que identifique grosso modo sus concepciones de ambiente y educación ambiental y sus principales estrategias metodológicas, con el objeto de identificar aquella que contribuya a un mejor tránsito hacia el desarrollo sustentable.

4.1.1Corrientes conservacionista y ecologista Inicialmente la educación ambiental conservacionista clásica giró en torno a la idea central de “no explotación” de los recursos naturales por el ser humano, para mantenerlos relativamente intactos. Posteriormente se fue centrando en un enfoque biologicista cuyo insumo teórico de conocimiento principal es la ecología y académicamente se reflejó en un aumento en la carga de estudio acerca de los aspectos físico-químicos y ecológicos del deterioro ambiental, que se limita a aspectos descriptivos y poco analíticos, favorecen por lo tanto una visión limitada y disciplinar de “lo ambiental”. Son las corrientes de educación ambiental más difundida tanto en la educación formal como en la no formal y en los medios de comunicación.

4.1.2 Corriente ambiental participativa
Propone una visión integral en la educación y entiende los problemas ambientales como el resultado de la interacción de procesos económicos, sociales, políticos, culturales y de desarrollo, en su compleja dimensión. Esta complejidad de la problemática implica aportar soluciones tomando en cuenta todos estos aspectos y reconocer que las acciones simples o aisladas son de impacto limitado. En este sentido, considera la necesidad de promover valores y actitudes favorables al ambiente, así como información desde un enfoque interdisciplinario y crítico, que no se limite a los problemas ecológicos, sino que tome en cuenta a los procesos sociales como constituyentes medulares del desarrollo sustentable. Esta visión compleja de la problemática ambiental permite pasar de la intencionalidad de la prevención, reducción o solución de un problema del entorno biofísico, a la búsqueda de una mejor la calidad de vida para la gente y la promoción del desarrollo sustentable.

4.1.3 Educación para la sustentabilidad en la ZMVM
En 1997 se inicia un debate por la sustitución del término de educación ambiental por el de educación para el desarrollo sustentable, para un futuro sustentable o para la sustentabilidad. Durante la conferencia internacional de Tesalónica, Grecia, y ante la posible ruptura de los diferentes grupos participantes por no aceptar el nuevo término, debido a que se consideró que el nombre sólo de educación ambiental estaba ya muy posecionado por la población y que llevaba implícito la búsqueda de la sustentabilidad, se decidió usar el de Educación para el ambiente y la sustentabilidad, con la intención de conciliar los antagonismos.

4.2 Educación ambiental para la sustentabilidad
El Programa Rector Metropolitano Integral de Educación Ambiental asume esta propuesta educativa y conceptualizar a la educación ambiental como “el conjunto de acciones educativas orientadas a favorecer la comprensión de la complejidad socioambiental, que a su vez promuevan un cambio de valores y actitudes para avanzar en la construcción de los escenarios deseables del estado del medio ambiente y del desarrollo en la Zona Metropolitana del Valle de México”.

Concebida así, la educación ambiental es considerada como la compañera necesaria e indispensable de otras estrategias económicas, tecnológicas, políticas, normativas y de participación social con el objeto de potenciar acciones y resultados en la atención de la problemática ambiental y en la transición hacia la sustentabilidad.

Toda actividad educativa propuesta en el Premia cuenta con dos referentes metodológicos principales: seis principios orientadores y siete ejes articuladores que a continuación se enuncian.

4.2.1 Principios orientadores de la Educación Ambiental para la Sustentabilidad

La definición de Educación Ambiental que se ha dado con anterioridad está basada en seis principios orientadores:

1. Orientación sistémica. Se enfoca a la comprensión de que nuestro ambiente es producto de las interrelaciones dinámicas entre factores ecológicos, sociales, económicos, políticos y culturales, es decir, que cada uno de estos elementos tiene una influencia sobre el resto, modificándolos y, a su vez, modificándose. . Propone una visión de la historia de los grupos sociales y su relación con la naturaleza como procesos continuos en los cuales se van dando las interrelaciones.

2. Visión socio-ambiental ambiental. Esta visión rompe con la dicotomía entre sociedad y naturaleza, para entender el impacto de la sociedad sobre la naturaleza y la influencia de los grados de deterioro de la naturaleza que afectan a la sociedad como resultado de la conjunción de procesos de diferente temporalidad y naturaleza.

3. Ética personal y social. Las propuestas de orientación ética se manejan en una doble dimensión: la personal y la social. Lo principal es eliminar la falsa distinción entre la necesidad y la pertinencia de operar cambios en los hábitos y costumbres personales cotidianos en relación con los recursos y con los demás, y la urgencia de incidir en los procesos de ordenamiento social, que cruzan por temas como la normatividad, la participación social y política, el desarrollo tecnológico, y la lógica del sistema económico, entre otros. Los cambios personales y el compromiso social se deben manejar como dinámicas complementarias, no excluyentes, y siempre necesarias.

4. Contextualización. Este principio propone que para llevar a cabo exitosamente experiencias de educación ambiental, es preciso tomar en cuenta las condiciones específicas de edad, género, clase, etnia y ubicación regional, así como de las percepciones del grupo o grupos de los sujetos de la educación. Si entendemos que los procesos educativos deben tener significatividad, es decir, estar en conexión directa con la vida y problemas cotidianos de las personas, entonces la contextualización del trabajo se convierte en una condición necesaria para un proceso educativo eficiente. La contextualización en la práctica de la educación ambiental debe permitir una permanente referencia y vinculación entre lo local, lo regional, lo nacional y lo global.

5. Perspectiva de género. El enfoque de género como principio de la educación ambiental analiza la inequidad de las relaciones entre el género masculino y el femenino, y las diferencias en términos de uso y acceso a los recursos naturales de unos y otras. A su vez, alienta la idea y el valor de promover relaciones más equitativas entre hombres y mujeres, como una condición para generar relaciones armónicas entre la sociedad y la naturaleza.

6. Educación integral crítica. Este principio sostiene que los procesos educativos no se deben reducir a la transmisión de información para acrecentar el acervo de conocimientos, sino que, además, deberán impulsar el mejoramiento y cuidado del ambiente y la construcción del desarrollo sustentable, como un eje que atraviese cada una de las esferas del conocimiento. Paralelamente, deberá promover el desarrollo de habilidades técnicas y de razonamiento, y asumir una actitud crítica frente a los comportamientos y valores tanto individuales como sociales.

4.2.2 Ejes articuladores de la educación ambiental para la sustentabilidadEstos ejes articuladores se refieren a aspectos pedagógicos diferenciados: contexto, contenidos/reflexión prioritarios, escenario deseable y papel de los sujetos.

Así, las nociones de desarrollo sustentable y de calidad de vida que permiten la definición de los escenarios deseables relativos al entorno socio-natural y de las personas que viven y trabajan en la ZMVM. Son las directrices fundamentales de los subprogramas y actividades de educación ambiental del Premia.

La visión metropolitana (que involucra la relación dinámica campo-ciudad) constituye el criterio espacial de acción; es decir, el contexto de trabajo de las acciones educativas a desarrollar. Es importante resaltar aquí la noción de servicios ambientales que permite modificar cualitativamente la típica visión dual entre los espacios urbanos y rurales, para acceder a una noción unificada de procesos socio-ambientales en el contexto de la ZMVM.

Desde esta óptica no sólo se resuelve la repetida ausencia de los espacios naturales y rurales en el imaginario colectivo de los habitantes de la Ciudad de México y municipios conurbanos del Estado de México, sino que se promueve la identificación de éstos como elementos estratégicos en el mantenimiento en el mediano plazo del estilo de vida de quienes ahí viven y/o trabajan.

La visión metropolitana permite asimismo, incluir otro espacio social: los cinturones semiurbanos que al igual que las zonas rurales comparten altos índices de marginalidad. Lo anterior impone la necesidad de configurar propuestas educativas diferencias en términos didácticos para cada uno de estos espacios (urbano, semiurbano, rural), fundadas a la vez en una noción complementaria (de espacio, relaciones sociales, naturaleza).

La definición espacial de carácter metropolitano del Premia no niega los actuales procesos de conformación de una megalópolis que comprende la incorporación de un mayor número de municipios mexiquenses, del Edo. de Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, Querétaro y Puebla, sin embargo considera como su límite inicial de acción sólo al D.F. y a los 28 municipios conurbados del Edo. de México, sin descartar una ampliación posterior de su ámbito de influencia.

Por su parte, los conceptos de consumo sustentable, los procesos salud/enfermedad, y las situaciones de vulnerabilidad y riesgo, permiten centrar la atención en aspectos inéditos de relación entre las personas y su ambiente en contextos como el de la ZMVM. Constituyen también una vía metodológica y didáctica alternativa para abordar la problemática cultural y ambiental de dicha zona y rebasan el típico abordaje de temas ecológicos aislados.

El considerar al consumo sustentable como uno de los ejes articuladores de la propuesta del Premia permite poner el énfasis necesario en las actitudes, hábitos y valores actuales involucradas en la satisfacción de necesidades de todo tipo de los habitantes de esta metrópoli, y en la naturaleza de los procesos productivos que generan estos satisfactores; así como en la posibilidad de transformarlos para mejorar la calidad de vida y estar acordes con los ciclos naturales de recuperación de energía y materia.

La salud y a la enfermedad, se consideran como resultado de la interacción de los hombres y las mujeres con su entorno biológico, socioeconómico, cultural y del estilo de desarrollo. No son estados opuestos sino diferentes grados de un adaptación del organismo al medio. Esta capacidad adaptativa está determinada por un potencial genético individual y por las condiciones sociales, económicas, culturales, psíquicas y biológicas de su ambiente. Cabe mencionar que aunque el proceso salud-enfermedad forma parte de una categoría más amplia, la calidad de vida, se eligió poner atención específica en el porque es una de las principales preocupaciones manifestadas por la población de la ZMVM en relación con la calidad ambiental. Además de que en forma afortunada, cada día más los diversos programas de gestión ambiental metropolitana incorporan este componente como un aspecto esencial a considerar.

Con respecto a la vulnerabilidad y riesgo, cabe mencionar que el concepto de riesgo considerado por el Premia no se reduce al aspecto de localización espacial y la definición de zonas expuestas a diferentes peligros, sino al propuesto por Luhman que tiene dos acepciones. Por un lado el riesgo que le da un gran peso a las decisiones, puestas en práctica o no, respecto a la posibilidad de que ocurran daños y por otro lado el riesgo considerado como oposición a la noción de seguridad.

Por otro lado, la vulnerabilidad en las ciudades es diferenciada en cada grupo social porque están expuestos a diversos riegos, debida al mayor o menor grado de condiciones de seguridad en el territorio, condicionada a su vez por factores socioeconómicos y políticos, en donde la destructividad de, por ejemplo, fenómenos naturales tiene relación con la lógica de los poderes económicos, la distribución inequitativa de la riqueza, la pobreza, el régimen político, la reducción del gasto público y social, la ausencia de cultura ciudadana, la urbanización desordenada, entre otros.

Finalmente la participación y corresponsabilidad social, si bien pueden entenderse como escenarios deseable para la adquisición de habilidades, actitudes, valores y sáberes de los habitantes de la ZMVM, se constituyen en criterio teórico y metodológico para cualquiera de las modalidades educativas que se decidan impulsar en los subprogramas del Premia. En este orden de ideas, se elimina la idea “neutral” de la didáctica, y se sustituye por una orientación teórico conceptual específica.

5. Sectores o grupos meta
A partir de la Caracterización de Programas de educación ambiental aplicados en la ZMVM (Anexo 2) se contemplan los siguientes sectores objetivo o meta:

a) Consumidores: Dentro de esta categoría, se considera a los sujetos pertenecientes a los sectores agrícola, industrial, de servicios y amas de casa.

a.1) En el sector agrícola se incluyen ejidatarios, productores, jornaleros y empresarios.

a.2) En el sector industrial se incluyen a los sindicatos, proveedores y personal administrativo.

a.3) En el sector servicios se consideran los de salud, comercio, turismo, cultura, recreación, transporte y religiosos, entre otros.

a.4) El importante grupo de amas de casa se considera por separado, debido al determinante papel que la mujer desempeña en el consumo y la formación de valores dentro de la familia, así como al uso racional de los recursos naturales.

b) Conductores de vehículos automotores. Debido a que la mayor parte de la contaminación es causada por los vehículos automotores, es necesario considerar a los aproximadamente 3.5 millones de vehículos15que circulan en la ZMVM, así como a la población en tránsito, por el impacto ambiental que generan. Es significativo señalar que aproximadamente el 70% se remite a transporte público.

c) Sector educativo. La complejización de los sistemas educativos que atienden a la población metropolitana, obliga a la especificación por subsistemas, niveles y modalidades del sector educativo. Se consideran los subsistemas Federal, estatal, autónomo y particular. Todos los niveles desde el preescolar, la educación básica, la educación media superior hasta la superior. Asimismo se consideran las modalidades de la educación formal como la educación indígena, para adultos y especial.

d) Diseñadores y tomadores de decisión. Se consideran a los individuos que definen políticas y estrategias de desarrollo en ambos sectores, el público y el privado.

e) Educadores y promotores ambientales. Son todos los agentes que forman e informan sobre aspectos de educación. Esto incluye grupos o individuos relacionados con la educación ambiental formal, no formal y de comunicación.16

6. Modalidades de educación ambiental

6.1 Educación ambiental formal/b>

La educación ambiental formal es aquella que se desarrolla en los espacios escolares de un sistema educativo institucionalizado. Está incorporada a los planes y programas de estudio, de los diversos grados escolares, desde la educación básica hasta la educación superior. Se certifica oficialmente en el contexto del que forma parte y está jerárquicamente estructurada.

En el Premia se consideran los subsistemas de educación formal: federal, estatal, autónomo y particular.

6.2 Educación ambiental no formal
El concepto de educación ambiental no formal fue propuesto en 1974 por Coombs y Ahmed, quienes señalan que es una “educación organizada, sistemática y formativa, realizada fuera del marco del sistema oficial para facilitar determinadas clases de aprendizaje”. Sin embargo, esta definición ha sido rebasada, ya que actualmente se llevan a cabo esfuerzos de educación ambiental en el ámbito escolar como con acciones extraescolares y complementarias dentro del marco educativo oficial, que abarca todo tipo de aprendizajes.

Por otra parte se mantiene el consenso en reconocer que esta modalidad tiene intencionalidad formativa, cuenta con métodos de enseñanza-aprendizaje, lo que implica que el proceso educativo no es espontáneo ni desorganizado, y que tiene objetivos a alcanzar.

La educación no formal, por lo tanto, se entiende como un aporte educativo extraescolar que se realiza de forma activa, en distintos centros (museos, parques naturales, centros de interpretación ambiental, entre otros), con objetivos y métodos propios.

La importancia de esta modalidad radica en que permite, entre algunas de sus funciones, complementar las acciones que desarrollan las instituciones escolares, así como incidir directamente con la población en general para la constitución de una cultura ambiental.17 Tiene una gran variedad de grupos meta como los niños y niñas, los y las jóvenes, los y las adultas, las amas de casa, los y las ancianas, los y las trabajadores, los y las productoras, y los y las consumidoras, entre otros. Representa una opción flexible y diversa para crear procesos de aprendizaje, socialmente significativo y constituye un elemento ideal para lograr el desarrollo y consecución de muchos objetivos de la educación ambiental.

6.3 Comunicación educativa
Esta modalidad educativa es aquella que se realiza desde los medios de comunicación tradicionales y no tradicionales como la televisión, la radio, los periódicos las revistas especializadas, folletines, páginas web, entre los más importantes. La comunicación educativa incluye el componente ambiental en dichos medios, e implica la formación de comunicadores y el desarrollo de campañas.

En el Premia estas tres modalidades están concebidas como partes constituyentes del sistema educación ambiental para la sustentabilidad que se vinculan y complementan entre sí para cumplir los objetivos propuestos y no como senderos independientes y aislados.

7. Orientación metodológica

La educación en general y la educación ambiental en particular, debe partir de la realidad de los sujetos, de sus propias aspiraciones e intereses, de la participación activa y crítica como forma y fondo, de la organización como modo de vincular lo aprendido con la vida cotidiana, condiciones que le permitan concebir el mejoramiento de su calidad de vida con base en los sáberes actuales para que desarrollen así las habilidades básicas que permitan su participación cualificada en los procesos de transformación de las realidades que los afectan cotidiana y socialmente.

La participación activa y crítica en los procesos educativos resulta ser el método más adecuado cuando se pretende el reconocimiento de problemas locales y la consecuente adecuación o modificación de conductas encaminadas a resolverlos. Esto no significa que el educador o agente externo señale los problemas y disponga los ajustes, por lo tanto, los caminos de resolución exitosos están basados en aquellos problemas identificados como necesidades sentidas por el grupo social, llámese comunidad, colonia o barrio. Con el enfoque participativo se pretende promover el aprendizaje colectivo y socialmente significativo para que los sujetos generen propuestas de gestión y resolución de los problemas ambientales que los aquejan, así como para la construcción de los escenarios deseables del estado del medio ambiente y de su desarrollo.

Cabe aclarar que la educación ambiental no sólo implica nuevas orientaciones y contenidos de la educación, sino muevas prácticas pedagógicas, en las cuales que se articulan nuevas relaciones de producción de conocimientos con los procesos de circulación, transmisión y diseminación del saber ambiental. Ello plantea la necesidad de una estrategia para derribar los obstáculos epistemológicos y los intereses disciplinarios establecidos en los paradigmas del conocimiento, así como incidir sobre la disposición psicológica de los actores de la EA, incorporando los valores de la cooperación y la apertura hacia un nuevo saber en el proceso docente mismo. Una estrategia metodológica indispensable para el desarrollo de una educación ambiental para la sustentabilidad con los principios y ejes articuladores que se han propuesto, es la interdisciplina que permita un diálogo de sáberes la comprensión de la complejidad ambiental y en la transición hacia la sustentabilidad a través de una racionalidad ambiental.

La educación ambiental también plantea una nueva relación profesor alumno, que fomenta una participación más activa y crítica del alumno y un proceso permanente de formación del docente. En el terreno de la educación no formal y la capacitación comunitaria, estos principios llevan a plantear estrategias de investigación participativa, para la valoración de los sáberes tradicionales de las comunidades y el rescate de los valores culturales en los que están insertos, así como para mejorarlos con el concurso de conocimientos científicos y tecnológicos modernos.

Notas1 Bansart, Andrés, Fundamentos teóricos para un posgrado en Medio Ambiente y Desarrollo Integrado, Venezuela, Universidad Simón Bolívar, 1995, págs. 23-35

2 Sunkel, O., “La interacción entre los estilos de desarrollo y el medio ambiente en la América Latina”, en Estilos de Desarrollo y Medio Ambiente en la América Latina, Lectura 36, México, Fondo de Cultura Económica, 1980, pág. 25.

3 Palomino, V. Bertha y Gustavo López Pardo, Reflexiones sobre la calidad de vida y el desarrollo, en Región y Sociedad. Revista de El Colegio de Sonora, vol. IX, no. 17, enero-junio de 1999, págs. 171-187.

4 Esteva, P.J. y J. Reyes, Manual del promotor y educador ambiental para el Desarrollo Sustentable, México, PNUMA-SEMARNAP, 1998, pág. 174

5 González-Gaudiano, E. et al., Hacia unas bases teóricas de la educación ambiental, en Antologías de Educación Ambiental, Maestría en Educación Ambiental, México, UPN, 1999, págs. 2-7.

6 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 1992

7 González-Gaudiano, E., En busca de la sustentabilidad de la educación ambiental, en Antología: La educación superior ante los desafíos de la sustentabilidad, vol. 2, En torno a la educación ambiental, México, ANUIESSEMARNAP- U. de G., 1998, págs. 21-42.

8 Pérez, Peña Ofelia, Hacia una educación ambiental participativa y autogestionaria, tesis de maestría, PIMADIInstituto Politécnico Nacional, 1994, págs. 92-94.

9 Dirección General de Educación Ambiental. Secretaría del Medio Ambiente. Gobierno del Distrito Federal. Manual del paquete básico de educación ambiental para la Ciudad de México México, México, 1999.

10 Esteva, P.J. y R.J. Reyes, Manual del promotor y educador ambiental para el desarrollo sustentable, PNUMASEMARNAP, 1998, 174 pp. “Un programa de educación ambiental puede definirse como la propuesta de un conjunto articulado y coherente de actividades formativas, en el marco de una estrategia de desarrollo, que busca contribuir a elevar las capacidades técnicas, de contenido y sensibilización hacia la formación de una cultura ambiental como alternativa para resolver los problemas ambientales y la promoción del desarrollo sustentable, en los individuos y la sociedad.”

11 Op. cit., Dirección General de Educación Ambiental Secretaría del Medio Ambiente, Gobierno del D.F.

12 Definidos como “los elementos naturales de los ecosistemas que no son explotables en términos de mercado, pero que contribuyen a mantener el equilibrio ecológico de las diferentes regiones del planeta”. En memoria talleres participativos PRODERS D.F., 1998.

13 Palomino, Villavicencio Bertha, Medio ambiente humano, estilo de desarrollo, calidad de vida y salud, en Medio Ambiente, Desarrollo y Calidad de Vida, Cuaderno 1, 1995, México, PIMADI-IPN, pág. 42.

14 Rodríguez, Velázquez Daniel, Vulnerabilidad y riesgos en el D.F ,., en Ciudades, no. 38, abril-junio 1998, Puebla, México, págs. 32-36.

15 De acuerdo al INEGI en 1997 había más de 3 millones de vehículos registrados en la ZMVM, de los cuales 87.5% circulan en el D.F. y sólo 13.5% lo hacen en los municipios conurbados.

16 En el art. 3º de la LGEEPA, se define a la educación ambiental como el proceso de formación dirigido a toda la sociedad, tanto en el ámbito escolar como en el ámbito extraescolar, para facilitar la percepción integrada del medio ambiente a fin de lograr conductas más racionales a favor del desarrollo social y del medio ambiente. La educación ambiental comprende la asimilación de conocimientos, la formación de valores, el desarrollo de competencias y conductas con el propósito de garantizar la preservación de la vida. La propuesta conceptual del GTEA/CAM define a la educación ambiental como “el conjunto de acciones educativas orientadas a favorecer la comprensión de la complejidad socio-ambiental, que a su vez promuevan un cambio de valores y actitudes para avanzar en la construcción de los escenarios deseables del estado del medio ambiente y del desarrollo en la ZMVM”.

17 Novo, María, La educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas metodológicas, Madrid, España. Ed. Universitas págs 202-205

18 Leff, Enrique (comp.), Ciencias Sociales y formación ambiental, España, Gedisa-CIIH-UNAM, 1994, págs. 26-28.

19 Leff, Enrique, Saber ambiental, México, Siglo XXI-CIIH-UNAM-PNUMA, 1998, págs. 201-214.

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