¿Que la minería es una “actividad no sostenible de alto impacto ambiental...”?
El sector minero al margen de lo que pueda pensar el padre Arana, es el más importante de la economía peruana, por su gran capacidad de generar excedentes económicos, ingresos de exportación (divisas), utilidades, e impuesto a la renta, con los efectos multiplicadores que esto puede tener en la economía regional. En tal sentido, el lugar que ocupa la producción minera que se desenvuelve en el Perú a nivel mundial, sea el primer lugar en plata, el tercero en cobre, el quinto en oro, el tercero en zinc y plomo etc, constituyen indicadores aparentes, pues esa importancia productiva y económica de la minería no expresa ni se sustenta en el desarrollo local, regional ni nacional.
En otras palabras, los excedentes generados por la minería, utilidades y renta minera no están equitativamente compartidos con el Estado, en cierta medida son enajenados a la Nación, en razón que los beneficios son concentrados en “pocas manos”. Esta realidad se explica en gran parte por la vigencia de privilegiados contratos de estabilidad jurídica, tributaria y administrativa que afectan la recaudación fiscal, con serios pasivos ambientales, pobre valor de retorno y débil eslabonamiento industrial.
UNA POSIBILIDAD DE DESARROLLO
En verdad, la posición del cura Arana queda resumida en estas afirmaciones, que comparto en cierta medida, en el sentido que la actividad minera constituye una posibilidad de desarrollo para el país. Así, se afirma que: “La minería es una actividad económica no sostenible, de alto impacto ambiental, de escasa posibilidad de generación de empleo por los altos niveles de tecnificación que tiene, sin embargo por los volúmenes de inversión, por los impuestos a la renta y regalías que pueden pagar, efectivamente podrían hacer que la minería sea una posibilidad de desarrollo para el país, pero hoy esas condiciones no se cumplen y son reclamadas por la población, por eso que no es casual que en los lugares donde hay más minería hay mayor conflictividad social”.
Sin embargo, cuando expresa que la minería es una “actividad no sostenible de alto impacto ambiental...”, se expone un pensamiento crítico fundamentalista contrario a toda extracción minera. En tal sentido, habría que hacer la distinción entre la minería formal, en especial de la gran minería transnacional, aquí pienso en Mra. Antamina, Cerro Verde o Mra. Tintaya que tienen en la seguridad ambiental y social una exigencia de sus propios accionistas, en códigos de conducta empresarial. Evidentemente otro sería el caso de la minería mal llamada informal, que contamina impunemente con mercurio, los ríos, lagos y lagunas.
La sostenibilidad de la actividad minera dependerá de la regulación de parte de los organismos del Estado, en ese sentido, la debilidad estatal en la fiscalización minera constituye el caldo de cultivo para el desenvolvimiento de una actividad minera depredadora del medio ambiente, con condiciones mínimas de respeto ambiental y con fuertes pasivos ambientales.
Por ello, la sostenibilidad de la actividad minera en nuestro país resulta lamentable, esto provocada por la inopia y debilidad ambiental en los organismos reguladores, cuando por ejemplo se le restan responsabilidades al Osinergmin en sus capacidades fiscalizadoras, como ha sucedido con el DS-001-2010, donde se transfiere la supervisión minera al Organismo de Fiscalización y Evaluación del Ambiente (OEFA) del recién creado Ministerio de Medio Ambiente.
En los países donde la minería es una “palanca del desarrollo” se tiene una regulación fuerte, con autonomía administrativa, política y económica para supervisar y fiscalizar a las empresas. En cambio en nuestro país la debilidad provocada en la regulación ambiental es de tal naturaleza que constituye una fuente permanente de los llamados conflictos sociales.
¿QUÉ CONDICIONES DEBE TENER?
Resulta positivo que se debatan las condiciones que debiera tener la actividad minera para convertirse en una palanca del desarrollo. Si bien las comparto todas, señalaría la necesidad de un Proyecto Nacional de Desarrollo y un mínimo consenso social-político que haga posible el cumplimiento de las condiciones que se han experimentado con éxito en otros países. En última instancia, importa la capacidad endógena de desarrollo y la vocación nacional para superar el subdesarrollo por parte de nuestras clases dirigentes, este a mi parecer constituye un problema por su ausencia.
Debe tenerse presente la experiencia estatal minera de los años 70 y 80 del siglo pasado sobre todo durante el Gobierno de las Fuerzas Armadas, donde con todos sus defectos y debilidades se avanzó en políticas de valor agregado con la construcción de las refinerías de cobre en Ilo y la refinería de zinc de Cajamarquilla, financiadas con un fuerte endeudamiento externo. Se tenía el monopolio del comercio exterior a través de Minpeco, y el Estado tenía una presencia agresiva en la actividad minera con Centromín, Hierro Perú, Minero Perú, etc.
En tal sentido, cabe preguntarse sobre las razones que llevaron al fracaso del modelo de acumulación estatal, para no reproducir los mismos errores, pues la gestión ambiental de las empresas del Estado no se diferenciaba en sustancia de la actividad privada, al margen de la gran dosis de corrupción y politización de la administración.
En tal sentido, el líder del movimiento Tierra y Libertad afirma que:
“Debemos aprender de aquellos países desarrollados que han tenido en la minería un importante reglón de su desarrollo económico, por ejemplo en Canadá, Sudáfrica, EEUU o Alemania, en dichas experiencias hubo tres condiciones importantes para que la minería contribuya al desarrollo.
Una primera es la inversión tecnológica. El dinero proveniente de la minería se utilizó para desarrollar ciencia y tecnología no sólo para el sector minero, pero eso no ocurre en el Perú, porque buena parte de lo que se obtiene de la minería se remesa al exterior a las casas matrices de las empresas. Además, la inversión en ciencia y tecnología en el país es una de las más bajas en América Latina.
La segunda condición: el valor agregado, aspecto que no se tiene en el país; seguimos exportando principalmente concentrados, y en el caso del oro se vende como doré, mientras que la mayor refinación ocurre en Inglaterra, Suiza o EEUU, así gran parte de la cadena de valor está fuera del país, aún cuando tenemos un enorme potencial en orfebrería.
La tercera condición: diversificación de la economía; con la renta proveniente de la actividad minera se apoyó al desarrollo de otros sectores como la industria automotriz en EEUU, o se aplicó fondos de inversión para el desarrollo forestal en Canadá, o para el desarrollo de un conjunto de industrias que se han convertido en industrias de punta y competitivas en el mercado mundial”
Por: JORGE MANCO ZACONETTI (INVESTIGADOR DE UNMSM Y CONSULTOR)
Más detalles en: http://blogs.deperu.com/energia-y-minas/per-confesiones-del-padre-arana
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miércoles, 7 de abril de 2010
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