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lunes, 18 de julio de 2011

La Universidad de Valladolid estudia el cambio climático para la NASA

• La red RIMA amplia su radio de acción a cinco estaciones más de España.

• El grupo pretende extender un área de influencia a la energía solar Laura G. Estrada Valladolid
Equipo dirigido por Ángel de Frutos, segundo por la izquierda. | P. Requejo
Apenas ha cumplido siete años de vida como red regional en el estudio de las partículas atmosféricas, pero su crecimiento es imparable. Tanto, que la Red Ibérica para la Medida fotométrica de Aerosoles (RIMA) –dirigida por un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid–, incrementará este mes su radio de actividad para ayudar a la NASA a estudiar el cambio climático.
Gracias a la ampliación del convenio de colaboración con la Agencia Estatal de Meterología, RIMA pasará de controlar diez enclaves españoles, a dirigir las mediciones de radiancia en otras cinco nuevas ciudades estratégicas de la península para cubrir las 'zonas de vacío' actuales. Un trabajo que se suma al que ya realizan en Cuba, Argelia, Egipto y diferentes territorios europeos, entre ellos el Polo Norte.
Así, a partir del día 27 de este mes, las estaciones meteorológicas de A Coruña, Murcia, Zaragoza, Madrid y Baleares se unen a la 'tutela' del grupo de Óptica Atmosférica para que los datos recogidos sirvan para averiguar cómo afecta la presencia de aerosoles –naturales o de origen antropogénico– al cambio climático.
"Todo el mundo entiende que el CO2 contribuye al calentamiento, pero ¿cómo afecta una nube de arena del Sáhara? ¿O la estela que dejan los aviones? ¿Y las gotas de hielo o los incendios?", interpela el responsable del grupo, Ángel de Frutos, para enmarcar la importancia del trabajo que desempeña la red RIMA.

Partículas en la atmósfera
Las preguntas aún tienen difícil respuesta, pero la NASA se ha marcado como objetivo estudiar el papel que juegan las partículas que 'pululan' en la atmósfera para concretar sus efectos, y RIMA es uno de sus principales apoyos para lograrlo.
De hecho, fue la primera red que surgió en el mundo como refuerzo a la agencia espacial estadounidense en la medición de los aerosoles, a través de la denominada red Aeronet. "Cuando tenían pocos fotómetros, la NASA y la Universidad de Lille (Francia) tenían capacidad para controlarlos, pero al ir creciendo, les propusimos una regionalización", recuerda De Frutos de unos inicios que se remontan al año 2004.
Gracias a esta externalización, el rango de estudio de las partículas atmosféricas se amplía, y con la seguridad de que los datos recogidos en cualquier enclave del Globo siguen las consignas del ente espacial. "Para tener una climatología a escala planetaria, todos debemos seguir unos procedimientos estándar, como si fuéramos una franquicia con una ISO de calidad", subraya De Frutos.
El trabajo no es fácil y requiere especialización. De hecho, el grupo de Óptica Atmosférica cuenta con dos instalaciones pertenecientes a Aemet, muy alejadas pero complementarias, para lograr los mejores resultados. La primera, y más importante, se encuentra en Izaña (Tenerife), y sirve de base para calibrar los fotómetros 'maestros' (denominados máster) empleados en la recogida de datos. "En Europa no hay otro sitio igual, con una atmósfera tan limpia, muchos días de sol, y personal científico trabajando de forma continua", destaca el responsable del equipo.
El segundo emplazamiento, situado en Autilla del Pino (Palencia), se utiliza para calibrar, cada seis meses, el resto de dispositivos que forman parte de la red RIMA, a partir de la puesta a punto de los máster, "para que la medición sea perfecta".
Web de la NASA
Una vez realizados los ajustes, cualquier científico que lo desee puede recoger esos datos, que se 'cuelgan' de forma gratuita en la web de la NASA con el aval de que todos los consultados son uniformes, para realizar estudios sobre la turbiedad de la atmósfera.
Y las opciones son múltiples. Entre ellas destaca la detección de partículas por fenómenos ocasionales, como la erupción de un volcán, o la observación de cultivos con mayor detalle que a través de los satélites. Pero, sin duda, el principal reto es caracterizar los aerosoles. "Su presencia influye en el balance energético y resulta clave detectarlos y clasificarlos para determinar su influencia", asevera De Frutos.
Además, con el inicio de esta nueva etapa que se abre con la ampliación de los puntos de observación, el grupo de Óptica Atmosférica tratará de extender su rango de influencia en otros sectores, como el de la energía solar para explotar, aún más, sus conocimientos sobre la radiación.
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