La Pequeña Edad de Hielo provocó hambrunas, guerras y revueltas políticas
El pintor Abraham Hondius dibujó esta estampa del Támesis completamente helado a su paso por Londres en 1670.
Los hombres suelen creerse los protagonistas de su destino. Sin embargo, la naturaleza ha jugado un papel clave en su historia. Un estudio revela ahora la relación que hubo entre una de las fases más frías de la Pequeña Edad de Hielo (siglos XVI al XIX) y las principales crisis sociales del pasado. El cambio climático afectó a la agricultura provocando hambrunas que degeneraron en revueltas sociales y, éstas, en guerras y cambios políticos.
Estudios recientes han demostrado una fuerte correlación temporal entre cambios climáticos y las crisis del pasado. Sin embargo, no estaba clara la relación causal específica. Ahora un equipo de investigadores han explorado 14 variables diferentes (desde la producción agraria hasta las tasa de migración, pasando por las epidemias y el número de guerras) y las fluctuaciones climáticas entre los años 1500 y 1800.
Esos cuatro siglos se corresponden con la llamada Pequeña Edad de Hielo. Esta miniglaciación tuvo varios períodos de especial declive térmico. En particular, el enfriamiento entre 1560 y 1660 coincidió con la crisis general del siglo XVII en toda Europa. Para los investigadores no se trató de una coincidencia sino de que hubo una relación causa efecto.
Durante la fase fría, con una reducción media de la temperatura de 1º, la producción agraria descendió de forma dramática tanto por la reducción de las zonas de cultivo como por el bajón en su rendimiento. Eso llevó aparejadas subidas en el precio del grano de hasta un 200% en la segunda década del siglo XVII. Esto provocó severas hambrunas que recorrieron toda Europa.
La escasez de alimentos hizo que la población bajara hasta el mínimo de 105 millones en todo el continente en 1650. También se vió afectado el peso y la altura de las personas, que se redujo en 2 centímetros en esta fase fría y no empezó a aumentar hasta que no mejoró la dieta, a partir de 1650, cuando llegó una fase más suave del clima.
Los investigadores, que publicaron recientemente sus resultados en la revista PNAS, relacionan esta crisis agraria con los acontecimientos políticos. La fase fría coincidió con el desarrollo de la Guerra de los Treinta Años (1618 y 1648), una de las más mortíferas de aquellos tiempos y que acabó con el dominio español de la política europea. El número de guerras aumentó un 41% entre 1580 y 1650 así como su letalidad, que se multiplicó por diez.
El estudio revela como la sucesión entre fases suaves y severas de la miniglaciación mantiene una correlación con las hambrunas, las explosiones migratorias y las guerras. De hecho, la entrada en una nueva fase suave a partir de 1650 vuelve a coincidir con el inicio del Siglo de las Luces y la recuperación de Europa.
El estudio concluye con un aserto radical: "A pesar de que los factores sociales pueden explicar algunas crisis de corta duración en la historia, lo que no pueden explicar es la ocurrencia sincrónica de crisis a largo plazo en diferentes países (con diferentes fases de civilización, cultura, desarrollo económico y recursos) a través de las diferentes zonas climáticas del hemisferio norte, ni pueden simular la alternancia de edades históricas de oro y oscuridad". Para ellos, sólo el cambio climático podría hacerlo.
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viernes, 14 de octubre de 2011
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