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martes, 5 de junio de 2012

Discurso del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, en la inauguración de la XLII Asamblea General


Inauguración de 42° Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA en Bolivia. Foto: Patricia Leiva – OAS

Al comenzar mis palabras quiero agradecer, Sr. Presidente, a nombre de la Organización de los Estados Americanos, el importante esfuerzo que usted, el señor Canciller, todo el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, las autoridades de esta hermosa ciudad de Cochabamba y el gran pueblo boliviano han desarrollado para la realización exitosa de la XLII Asamblea General que hoy inauguramos.
A todos les agradezco muy especialmente la hospitalidad y el afecto que nos han brindado y el interés mostrado en nuestro trabajo, desde la Asamblea General Modelo, realizada con estudiantes universitarios de muchos países del continente, al evento TIC Américas de nuestros emprendedores; a las reuniones con la sociedad civil, los trabajadores, el sector privado y los jóvenes que hemos tenido esta mañana. Les agradezco también la calidad de las instalaciones, decoradas con la natural belleza que caracteriza al arte de esta tierra, y realzando además la temática central de nuestra Asamblea.

Si bien es común que la prensa y la opinión pública de nuestros países se interesen por nuestra Asamblea General, la atención que se le ha prestado en los días previos, en Bolivia y en muchos países del hemisferio, va más allá de lo habitual.

Extraña paradoja ésta: mientras algunos hablan de terminar con la OEA o de “superar la OEA”, o de OEAs sin unos u otros países, son cada vez más los que acuden a ella, sabiendo que aquí encontrarán siempre un espacio de diálogo, un lugar donde, aun cuando no se puedan resolver todas sus inquietudes, al menos ellas serán escuchadas y conocidas.

Basta mirar lo que ha sido la reunión con la sociedad civil, la competencia de talento de los jóvenes; o como nuestras observaciones electorales, lejos de disminuir, han aumentado en número cada año; o cual es la institución hemisférica en la cual radica el derecho de las Américas, depositaria de más de 200 tratados internacionales y más de 6,000 acuerdos bilaterales de cooperación, lo que constituye uno de los acervos jurídicos más ricos a nivel mundial; o a cuantos países acudimos en los últimos años llamados en base a nuestra Carta Democrática Interamericana; o preguntar cuantos casos están presentados a la Comisión de Derechos Humanos o a la Corte; o ver como en un país se pide que la OEA garantice un Pacto contra la Violencia suscrito entre las pandillas, para la reducción del crimen; mientras en otro se pasa a integrar a los esfuerzos de reforma del Sistema de Seguridad; o como Belice y Guatemala se preparan para buscar solución a su diferendo histórico en un proceso facilitado por la OEA; o el trabajo de nuestra Misión en la Zona de Adyacencia entre esos dos países; o la muy importante actividad de nuestra mucho más numerosa Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia; o como es activo nuestro trabajo de desminado.

O, por otro lado, la presencia cada vez más sólida de nuestra Comisión Interamericana de Mujeres en la verificación del cumplimiento de la Convención de Belem do Pará sobre Violencia contra la Mujer y en la promoción de normas y políticas públicas que garanticen el acceso de la mujer al trabajo y a la política en condiciones de efectiva igualdad; o la construcción del Registro Civil en Haití y otros países; o como es creciente la actividad de nuestra Red de Protección Social; o la activa participación de los pueblos indígenas en la discusión de la Declaración Interamericana sobre sus derechos; cuantos empresarios concurren anualmente al foro de Competitividad; cuantos estudiantes de posgrado y pregrado son becados por la OEA, con un uso cada vez más eficiente y diversificado de nuestros recursos; a cuantos miles de personas llega diariamente nuestro Portal Educativo; como tenemos varios miles de facilitadores judiciales en varios países del continente; como cada año más países quieren ser evaluados por nuestro Mecanismo de Seguimiento de la Convención Interamericana Contra la Corrupción -MESICIC-; como en paralelo con esta Asamblea se culmina un Encuentro sobre Cooperación Judicial y Extradición; y para que seguir -hay muchas cosas más qué decir, pero esta no es una cuenta y pido excusas por las muchas actividades que no he nombrado.

El papel de la OEA en esta década
Creo que, por éstas y otras razones la OEA continúa siendo una institución imprescindible, aunque se critiquen con buenas razones nuestras limitaciones y errores. Pero no es la única, por cierto. He dicho muchas veces que éste es un hemisferio de regiones: los temas de integración económica se tratan mejor en CARICOM, en el SICA, en la UNASUR, el MERCOSUR o la CAN. Hay actividades que países contiguos realizan de mucho mejor manera en su espacio, otras agrupaciones funcionales y de diálogo que también juegan un papel de importancia. Los países pueden tener múltiples afinidades y hacer avanzar aspectos importantes en alianzas flexibles entre algunos de ellos. Con todas estas instituciones o foros queremos no sólo convivir, sino cooperar activamente en pos de nuestros valores comunes.

La OEA tiene espacios que son hemisféricos ya sea por su propia naturaleza o porque los hemos asumido como nuestra tarea desde hace mucho tiempo y tenemos ventajas comparativas indudables para cumplirlas.

En realidad, el mejor diagnóstico que se ha hecho de nuestra Organización nos llama a concentrar las actividades. Por tercer año consecutivo nuestra Junta de Auditores Externos nos advierte que, con los recursos que tenemos, no podemos cubrir nuestros mandatos. No se trata solamente de administrar mejor, algo que por cierto hay que hacer siempre, o de ahorrar todo lo posible; tampoco hay una generalizada falta de pagos, aunque a veces los atrasos nos perjudican. Se trata de que nuestros recursos y los aportes que recibimos en contribuciones anuales no son suficientes para hacer todo lo que esta Asamblea, con mandatos explícitos, nos ha ordenado hacer.

Por ello, he propuesto ante el Consejo Permanente de la Organización la adopción de una estrategia centrada básicamente en los cuatro pilares que caracterizan el desarrollo histórico de la OEA: democracia, derechos humanos, paz y seguridad y desarrollo integral. Me permito reiterar aquí lo dicho en el documento presentado, sobre lo que serían, en mi concepto, las tareas prioritarias de nuestra Organización:

a) La conservación, fortalecimiento, defensa y expansión de la democracia, principalmente sobre la base de los mandatos contenidos en la propia Carta de la OEA, en la Carta Democrática Interamericana, en la Convención Interamericana contra la Corrupción y en las múltiples resoluciones adoptadas sobre el tema, especialmente a partir de la década de los 80.

Este objetivo incluye el seguimiento de los mandatos de nuestra Carta Democrática; la realización de misiones de observación electoral; el apoyo a los estados miembros que quieran mejorar sus sistemas electorales; el Mecanismo de Seguimiento de la Convención Interamericana contra la Corrupción; la prevención y atención de crisis; y los programas de fortalecimiento de la institucionalidad democrática en los países miembros.

b) La defensa y promoción de los derechos humanos, principalmente sobre la base de los mandatos de la Convención Americana de Derechos Humanos, del Protocolo de San Salvador, la Convención sobre Violencia contra la Mujer, la Convención sobre la Discapacidad, de la Convención del Niño. Ello incluye el fortalecimiento de la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos, el seguimiento de la Convención de Belem do Para y las actividades de la Secretaria en relación a todas las formas de discriminación hacia grupos vulnerables: poblaciones indígenas y afroamericanas, migrantes y discapacitados.

c) La preservación de la paz y la seguridad en todo el hemisferio, principalmente sobre la base de los mandatos del Pacto de Bogotá sobre Solución Pacífica de Controversias y los acuerdos de la Conferencia de Seguridad Multidimensional de México de 2003. Ello incluye hoy como actividad de la Secretaria, el enfrentamiento prioritario de las amenazas del crimen organizado en todas sus formas y la lucha contra las drogas. Incluye también el trabajo de nuestras Misiones Especiales en Colombia, Haití y la Zona de Adyacencia entre Belice y Guatemala, así nuestras acciones de promoción de la paz.

d) El desarrollo integral de todos nuestros países miembros principalmente sobre la base de la propia Carta de la OEA y la Carta Social cuyo texto aprobaremos en esta misma Asamblea. Ello incluye hoy la realización de las Reuniones Ministeriales y mandatos que han emanado de nuestras Cumbres de las Américas, en materia de educación, trabajo, medio ambiente, protección social, libre comercio y competitividad; junto a la gestión de nuestro sistema de becas y nuestro portal educativo.

Creo que si nos concentramos efectivamente en estas cuatro áreas y reducimos o eliminamos, aunque sea a veces doloroso, las que no tienen que ver con el cumplimiento de esas funciones, es posible fortalecer mucho más nuestra acción. Espero que cuando realicemos nuestra Asamblea Extraordinaria en el próximo mes de Octubre para aprobar el presupuesto ya habremos alcanzado acuerdos sobre esto.

La Cumbre de las Américas y nuestras responsabilidades
La relevancia de esta agenda quedó de manifiesto en nuestra reciente VI Cumbre de las Américas, en Cartagena de Indias. El crecimiento de nuestros países, inclusive en medio de la crisis global, ha puesto a nuestra región en una situación expectante. Sin embargo, nuestros líderes reconocieron que, para mantener e incrementar ese crecimiento, es preciso romper con dificultades que siguen afectando a nuestras sociedades.

Bajo la consigna de Conectar las Américas para la Prosperidad, el objetivo de nuestros Presidentes y Primeros Ministros fue abordar los principales obstáculos que tiene nuestra región para alcanzar un desarrollo real y sostenido: el mejoramiento sustantivo de nuestra infraestructura física y energética; el mejor uso de las tecnologías modernas de comunicación en el desarrollo económico y social; el enfrentamiento de los males endémicos de la pobreza y la desigualdad; los problemas de la seguridad pública, las drogas y el crimen organizado; y la cooperación y la seguridad pública; y la búsqueda de políticas más eficaces para enfrentar la prevención y la mitigación frente a los desastres naturales.

Como institución del Sistema Interamericano debemos asumir varios de los mandatos que surgen de esta Cumbre.

En la década anterior nuestra región tuvo importantes progresos en la lucha contra la pobreza, que si bien se mantiene aún en niveles inaceptables disminuyó de más de un 40% a un 33% durante la década. No obstante, somos aún la región más desigual del mundo y el problema se ha hecho hemisférico, en la medida en que este fenómeno ha crecido también en el Norte de las Américas. Papel fundamental en ese progreso han sido los programas de Protección Social. Nuestra región ha sido líder en la creación y fortalecimiento de las redes de protección social, incluyendo los programas de transferencias de ingresos y de alimentación escolar. Los programas son numerosos: Chile Solidario, Bolsas Familias en Brasil, Oportunidades en México, en fin, 17 países de la región ya han creado estos tipos de programas, con un alcance, según la CEPAL, de más de 20 millones de familias, lo que representaría el 11% de la población en donde se impulsan estas políticas.

Nuestra Red de Protección Social, creada por nuestros ministros de Desarrollo Social en una reunión previa a la V Cumbre de Trinidad y Tobago, ha sido fundamental en el intercambio de experiencias y mejores prácticas, permitiendo así que estas políticas se extiendan a otros países y fomentando la cooperación horizontal entre ellos. En los próximos años, ampliar más la acción de esta Red, para incluir mejor los temas de microcrédito y abordar los acuerdos de esta Asamblea en el combate contra el hambre y la desnutrición.

Pero si la pobreza ha disminuido, ello ha significado también una mayor presión para enfrentar la desigualdad. Somos aún la región más desigual del mundo y el problema se ha hecho hemisférico, en la medida en que este fenómeno ha crecido también en el Norte de las Américas.

El profundo compromiso de la OEA con el progreso en los temas sociales tendrá en esta Asamblea General un impulso fundamental con la aprobación de la Carta Social de las Américas. Este instrumento en el cual todos los países miembros consignan sus compromisos con los pueblos de la región y se comprometen a hacer lo necesario para que el desarrollo económico que estamos experimentando se vea acompañado de un desarrollo social. Para ello se encomienda a nuestra Organización aprobar, en breve plazo, un Plan de Acción que ponga en práctica esos importantes compromisos. Es por ello que en esta Asamblea nos será grato participar en la ceremonia de proclamación de la Carta Social.

La lucha contra el crimen organizado fue otra de las preocupaciones centrales de los mandatarios, recogiendo así el pedido de nuestras poblaciones que se ven constantemente agredidas por bandas de delincuentes que no respetan ni siquiera el derecho fundamental a la vida. Es por ello que ya estamos trabajando activamente en el seguimiento de las decisiones adoptadas en Cartagena.

El problema de las drogas en la región es un asunto central y que motivó una muy profunda discusión de los Jefes de Estado y de Gobierno, que concluyó con un mandato a la OEA de preparar un estudio sobre los éxitos y deficiencias en los diferentes programas que se aplican en la región. Dicho estudio deberá, además, presentar escenarios posibles para el análisis de nuestros gobernantes sobre como proceder en adelante. Es un encargo de gran responsabilidad y lo estamos tratando con la prioridad y celeridad que requiere para poder tener el estudio preparado en el plazo máximo de un año. Para su realización estamos previendo una participación amplia de otros organismos, de expertos, de instituciones de la sociedad civil, de los gobiernos de los países miembros, de manera tal que tengamos los insumos necesarios para que el estudio presente una visión basada en hechos comprobables y que sea de real utilidad para quienes nos lo encargaron.

En materia de desastres naturales, existe un importante acuerdo para el desarrollo de una institucionalidad que permita examinar con capacidad técnica los fenómenos que se van produciendo, especialmente en relación al cambio climático y coordinar esfuerzos de cooperación y en el desarrollo de Planes Nacionales de prevención.

A este respecto, estimo que ha sido un gran avance la aprobación del Plan Interamericano para la Prevención, la Atención de los Desastres y la Coordinación de la Asistencia Humanitaria, elaborado por el Grupo de Trabajo de los Estados Miembros de la OEA, con participación de expertos de alto nivel de los países y de organismos internacionales y regionales. En la medida en que contiene propuestas concretas relacionadas con la gestión de riesgo y coordinación de la asistencia humanitaria internacional en el marco de la soberanía de los Estados y con activa participación ciudadana, este Plan debería servirnos de base para avanzar en los acuerdos de la Cumbre sobre esta materia.

Seguridad alimentaria
El tema que el Gobierno de Bolivia ha elegido para esta Asamblea está muy ligado a la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Es esa desigualdad lo que hace que, en la región que produce alimentos más que suficientes para su propio consumo y que puede llegar a ser la mayor proveedora de alimentos al mundo, persista el hambre entre muchos de sus habitantes. América es, en su conjunto, el continente más superavitario del mundo en materia alimentaria. Y no obstante, cerca de 50 millones de personas padecen de hambre en América Latina y el Caribe, o son victimas de alguna forma de malnutrición porque, aunque hay alimentos suficientes, a veces la gente no dispone del dinero necesario para adquirirlos.

Existe un consenso bastante grande en la necesidad de cambiar a patrones más sostenibles de producción y consumo, en un contexto de cambio climático que ya nadie puede dejar de obviar. A pocos días de la Conferencia Río+20, tenemos una gran oportunidad de profundizar esta correlación que existe entre seguridad alimentaria y el cambio climático, y tal vez impulsar una agenda de desarrollo sostenible en los ámbitos socio-económicos y medio ambientales y que sea, desde luego, inclusiva.

Estoy seguro de que esta XLII Asamblea en Cochabamba proveerá una oportunidad única para continuar con este debate y reafirmar nuestro compromiso de superar la pobreza, promover el desarrollo integral, el crecimiento económico con equidad y reducir el porcentaje de personas que padecen hambre, al garantizar medidas concretas para lograr una adecuada producción, acceso y consumo de alimentos que beneficie a todos los ciudadanos de las Américas.

Derechos Humanos
Uno de los más importantes temas que tratará esta reunión es el Fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Para ello ha trabajado un Grupo Especial de Reflexión creado en nuestra última Asamblea General y su Informe, aprobado por unanimidad en el Grupo y en el Consejo Permanente, está ahora delante de la Asamblea, que debe decidir acerca de su implementación. Este es hoy, a mi juicio, el asunto fundamental. El Informe que he presentado al Consejo, en su texto revisado, está también presentado a esta reunión. Pero ese documento sólo contiene sugerencias y precisiones, basadas en el Informe del Grupo, porque la que debe decidir es esta Asamblea.

Debemos ser especialmente cuidadosos en este aspecto, por cuanto la defensa de los Derechos Humanos es una de las funciones principales de esta Organización, con un prestigio muy bien ganado en la defensa de los ciudadanos de las Américas en los tiempos duros de las dictaduras y las guerras internas y que ha seguido prestando servicios invalorables en las décadas recientes. Pero es un hecho también que en el último tiempo han surgido algunos problemas que debemos resolver, no para actuar contra el Sistema, sino para perfeccionarlo y fortalecerlo.

Tenemos para ello algunos consensos básicos: a) queremos un sistema integral y universal, del cual formen parte todos los países miembros de la OEA; ya lo son todos en relación a la Comisión, que está en la Carta de la OEA, pero no respecto de la Corte, que depende de la Convención Americana que no ha sido ratificada por varios países. Obtener la adhesión de todos los países al Sistema es pues un objetivo que compartimos. b) Queremos también un Sistema en que los países miembros respeten las recomendaciones de la Comisión y acaten las decisiones obligatorias de la Corte. c) Queremos un sistema mejor dotado de recursos, en condiciones de actuar con rapidez ante las crecientes demandas que se le plantean y d) estamos convencidos de que, para ser eficaces, los órganos del Sistema deben gozar de plena autonomía en la adopción de sus resoluciones.

Lograr que los países miembros respeten la autonomía del Sistema, acaten sus decisiones, contribuyan a financiarlo de mejor manera y reconozcan, todos, su jurisdicción depende fundamentalmente de la credibilidad que los países miembros le asignen y ello requiere de un diálogo constante entre todos los actores del Sistema. La Corte es un órgano judicial y debe siempre actuar como tal. La Comisión no es un Tribunal de primera instancia; es un órgano que debe estar abierto al diálogo directo con los gobiernos sobre los casos que se le presenten; debe buscar siempre soluciones amistosas, proponer alternativas, visitar a los gobiernos, otorgarles también una mayor credibilidad.

La OEA y sus países miembros necesitan de una Comisión y una Corte de Derechos Humanos autónomas y fuertes. Pero estos organismos también deben considerar en su actuación los puntos de vista de los gobiernos democráticos del hemisferio.

Todo esto requiere tiempo y diálogo y espero que esta Asamblea adopte, con la prudencia necesaria, las decisiones para continuar constructivamente el proceso de fortalecimiento del Sistema que el Grupo de Reflexión ha abierto.

CARTA DEMOCRATICA INTERAMERICANA
La Carta Democrática Interamericana continúa siendo uno de los instrumentos centrales de nuestra Organización y continúa marcando el camino que debemos seguir para fortalecer nuestras democracias. Ser uno de los pocos continentes democráticos es no solo motivo de orgullo para nosotros sino que también conlleva nuestro continuo deber de profundizar la vigencia de los valores democráticos. Esta es una tarea fundamental de la OEA y es por ello que seguiremos dándole la prioridad destacada que merece. Con ello, estamos seguros, damos cumplimiento a una demanda de nuestros pueblos que los gobernantes del hemisferio nos han encomendado llevar a la práctica.

En suma, la consolidación de la democracia reside, en parte, en su ejercicio efectivo al encarar sus problemas y tomar las medidas oportunas para promover los objetivos planteados en la Carta Democrática Interamericana.

Señor Presidente, señores Ministros,
Al finalizar mi discurso deseo renovar, junto con ustedes, mi profunda fe en el Sistema Interamericano y muy particularmente en nuestro organismo hemisférico, la OEA, tan criticada por muchos, pero que sigue demostrando cada vez que surge un problema serio en la región, que su vigencia y utilidad van mas allá de las coyunturas y de las posiciones que algunos adoptan sobre temas específicos. La realización misma de esta Asamblea General, la presencia destacada de tantos Cancilleres, y hasta de Presidentes de Estados Miembros, resalta, mas allá de las palabras, que éste es un espacio válido y vigente donde, como lo afirmé antes, todos son escuchados y todos tienen espacio para traer sus problemas y buscar soluciones. En esa tolerancia y en el siempre vigente deseo y objetivo de mantener la unidad en la diversidad, de privilegiar el diálogo antes que la confrontación, es que radica la fortaleza de esta Organización. Hagamos, señor Presidente, señores delegados, que esta Asamblea general sea una nueva demostración de que así lo queremos todos.

Muchas gracias.
Fuente

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