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domingo, 21 de julio de 2013

Aula ambiental: una propuesta sustentable

IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica (Apoya Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo)

Educación y participación son las llaves que abren las puertas de un ámbito en el que los ciudadanos trabajan activamente a favor del ambiente y del cuidado de los recursos naturales. La propuesta es un ejemplo de la necesaria integración entre la gestión pública y la ciudadanía para el logro de la sustentabilidad.

En un marco privilegiado por una belleza natural excepcional, en la base de las sierras cordobesas, se encuentra un espacio de construcción colectiva dedicado al ambiente. El Aula Ambiental es una respuesta generada a la demanda de ciudadanos de la ciudad Villa Carlos Paz preocupados por su entorno natural. Dispuestos a no conformarse con sólo demandar a las autoridades, este grupo de ciudadanos, se decidió a participar con acciones concretas.

La Dra. Marcela Fernandez, Coordinadora del Dpto. de Gestión y Educación Ambiental de la Municipalidad de Villa Carlos Paz, principal mentora de esta iniciativa, comenta que entre los objetivos de la ordenanza que creó el aula ambiental figuran “el desarrollo de actividades vinculadas a la educación informal y las acciones experimentales necesarias para la restauración del ambiente natural de montaña.” Así mismo este espacio pretende apuntalar el proceso educativo formal y sumar programas de educación informal para promover una mayor interacción entre municipio, organizaciones sociales y ambientales de la ciudad. La Dra. Fernandez expresa que de esta forma se espera fortalecer una red de acciones de resguardo ambiental que la ciudad requiere con urgencia.

Entre las actividades que se desarrollan en el marco del aula ambiental, la coordinadora nos menciona: jornadas de reconocimiento de flora autóctona, capacitación para elaborar huertas orgánicas verticales, envasados de pilas para ser confinadas en “ecobancos”, reforestación con vegetación nativa. Además el aula trasciende su lugar físico con actividades de extensión a través de disertaciones, charlas-debate, talleres sobre distintos temas de interés comunitario.

 La participación no tiene límites de edad ni de ocupación, allí interaccionan un grupo muy heterogéneo de personas con el objetivo común de trabajar por el bienestar de la población y del entorno que habita.

Es interesante el relato sobre el origen de este espacio con una historia muy particular vinculada al proceso de urbanización de las laderas de las sierras en una ciudad turística, donde el paisaje juega un rol destacado. El crecimiento de las inversiones inmobiliarias, dispuesta a avanzar sobre las laderas de las sierras, movilizó a los ciudadanos a demandar acciones tendientes a proteger estas áreas para mantener intacto un rasgo estructural que define la imagen de la ciudad. Finalmente, y tras una dura batalla, se logró la sanción de una ordenanza que declaró zona protegida a las laderas montañosas. Dentro de esta zona tres hectáreas fueron destinadas al proyecto del Aula Ambiental. La reglamentación también impuso una alícuota dentro de las tasas municipales destinada a la expropiación de los terrenos en dominio privado. Cabe destacar que los vecinos asumieron el compromiso de este pago extra en sus impuestos, comprendiendo los beneficios que otorga a la ciudad.

Marcela Fernandez señala que “si bien es bastante prematuro evaluar los resultados, considerando que el espacio físico no funciona en toda su plenitud, no se pueden desconocer los pequeños logros a partir de los cuales se pueden construir grandes cambios. Así nos señala que hasta hace pocos años en la comunidad nadie hablaba ni se interesaba por la Educación Ambiental y los temas vinculados al ambiente y hoy lo estamos haciendo con la voluntad y el compromiso de muchos ciudadanos. También rescata el efecto multiplicador ya que todo lo que se vivencia y aprende en el aula ambiental se comparte en diferentes ámbitos de interacción.”

Cuando preguntamos si el Aula Ambiental podría resultar un modelo transferible a otros contextos, la Dra. responde afirmativamente señalando que “el proyecto fue seleccionado como una experiencia local relevante en el Banco de Buenas Prácticas de la Red de Mercociudades que reúne a municipios del Mercosur (Mercado Común del Sur, integrado por Brasil, Paraguay, Argentina, Venezuela). Una experiencia de buenas prácticas es definida como una acción específica que por cumplir con ciertos criterios de eficacia, sustentabilidad, innovación, desarrollo local, inclusión y participación, constituye un aprendizaje relevante.”

 - Con respecto a las expectativas futuras, Marcela Fernandez, con mucha pasión y optimismo expresa “….creo que este es un espacio único, con un gran potencial, más allá de ser un lugar especial por su belleza, se siente una energía que invita a maravillarse. Al pie de la imponente ladera de la sierra uno levanta la mirada y ve la grandeza de la naturaleza y siente la pequeñez humana. Y miramos hacia el oeste y vemos la bellísima ciudad donde vivimos. Esto nos impulsa a generar actividades, proyectos que impliquen que un flujo cada vez más importante de personas tome contacto con el lugar y sume su participación. Es un lugar de puertas abiertas porque es de todos.”

 Entendiendo que los seres humanos dependemos del ambiente que nos sustenta, las iniciativas como el Aula Ambiental están mostrando un camino posible hacia la sostenibilidad de las áreas urbanas. Estos espacios demuestran que la educación y la participación ciudadana son los pilares que permiten revisar críticamente nuestras actitudes y comportamientos, modificarlos positivamente y poder emprender acciones destinadas a mejorar nuestro entorno y, por lo tanto, nuestra calidad de vida. Este es, sin duda, el camino hacia un futuro sostenible.

 Mónica Gerena. Máster en Gestión de la Ciencia y la Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia



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