“Los mil millones de personas que tenemos la fortuna de vivir en el mundo desarrollado emitimos, cada uno, cinco veces más carbono que los seis mil millones que viven en el mundo en desarrollo”, con estas palabras publicadas en el diario Informador.com.mx (http://bit.ly/CambioClimaticoGT), Susan Solomon, química estadounidense, se refiere al impacto del cambio climático en la vida del ser humano.
Susan Solomon es la científica que logró establecer la relación entre los compuestos clorofluorocarbonados (CFC) y su efecto destructivo en la capa de ozono, relación que sentó las bases del Protocolo de Montreal (1987). En la actualidad su aporte se enfoca en el conocimiento de las perturbaciones en la composición de la atmósfera y la respuesta en el cambio climático, trabajo que la lleva a coliderar el grupo de evidencias científicas del Panel Intergubernamental acerca del Cambio Climático. Solomon, al igual que otros científicos, considera que es difícil revertir los efectos del cambio climático; sin embargo, se necesita “decisión y valentía”, para dejar de emitir CO2 y proponer otros modelos de desarrollo que combinen tecnologías y energía limpia.
El cambio climático no es una teoría que se queda en un laboratorio, es ya una realidad como lo demuestran los científicos, y en Guatemala, hace una semana, el Congreso de la República aprobó la Ley de Marco para Regular la Reducción de la Vulnerabilidad, la Adaptación Obligatoria ante los Efectos del Cambio Climático y la Mitigación de Gases de Efecto Invernadero (le corresponde el Decreto 07-2013), la cual tiene como fin primordial que tanto Estado, iniciativa privada y población en general adopten prácticas que propicien las condiciones para reducir la vulnerabilidad, mejore la capacidad de adaptación y se propongan acciones para mitigar los efectos del cambio climático.
La sensibilización, educación y divulgación juegan un papel importante para involucrar a la población, como dice el Capítulo IV de dicha Ley, ante el peligro inminente de su integridad física, capacidad de producción, salud y patrimonio. Para algunos no es sorpresa lo que presenta la normativa ni tampoco se puede solucionar lo que hasta ahora ha sido casi imposible, cambiar el modelo de consumo en el ámbito global.
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