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sábado, 12 de abril de 2014

Reflexión sobre las y los refugiados climáticos [Informe presentado al CEI de la IV Internacional]

[Elementos de reflexión basados en la experiencia asiática y presentados al Comité Internacional de la Cuarta Internacional el 23 de febrero de 2014]

Date de mise en ligne : Martes 1ro de abril de 2014


Como en el caso de muchos otros movimientos comprometidos en la solidaridad con poblaciones víctimas de desastres humanitarios, después del tsunami que golpeó en 2004 el océano Indico hemos tenido que asumir de forma más central la amplitud de las catástrofes naturales (aunque sean de origen humano). Al año siguiente, Nueva Orleans en los Estados Unidos fue devastado por el huracán Katrina; después el norte de Pakistán y Cachemira por un temblor de tierra.

En este contexto presenté en 2006 un primer informe que pretendía introducir una reflexión sobre estas catástrofes, considerándolas ya en entonces un elemento de la situación mundial, analizando en sus fundamentos sociales las
"políticas de ayuda" puestas en marcha por los poderes establecidos y abriendo la discusión sobre nuestras propias
responsabilidades y tareas en este tema.

Este informe mostraba en particular que la solidaridad asegurada por las organizaciones progresistas "de campo" era eficaz, tanto en momentos de urgencia como de forma duradera. Para lo que tiene que ver con la urgencia, tomé el ejemplo de Pakistan, donde las primeras casas con materiales sólidos reconstruidas en Cachemira en una de las zonas devastadas por el terremoto lo fueron gracias a la campaña impulsada por la Labour Education Foundation y el Labour Party Pakistan. En lo que respecta a la forma duradera, me referí en concreto a la acción llevada por Areds en Tamil Nadu (India), donde "dalits" (parias) y pescadores se movilizaron juntos, por encima de las barreras de castas, y donde los barcos reconstruidos en los pueblos costeros se convirtieron en propiedad colectiva de las mujeres: la reconstrucción no debía ser "idéntica" -reproduciendo las desigualdades pasadas-, sino "mejor", reforzando las solidaridades populares y combatiendo las dependencias.

Reconstruir "mejor" es un combate. En efecto, lejos de reducir las desigualdades sociales y las opresiones, las catástrofes humanas las acentúan porque los poseedores pretenden aprovecharse del estado de dependencia y de choque de las poblaciones siniestradas. Un ejemplo clásico es el desarrollo de complejos turísticos en el lugar donde había pueblos que fueron borrados del mapa por un tsunami. Una solidaridad internacional "de pueblo a pueblo", de "movimiento a movimiento", permite en cambio ayudar a los medios populares a defender mejor sus derechos en todas las etapas, de la ayuda de urgencia a la reconstrucción (viviendas, conciencias, economía...).

Han transcurrido ocho años desde ese primer informe y hay una nueva acumulación de experiencias. Las conclusiones políticas sacadas en aquel momento me parecen confirmadas. Sin embargo, es importante volver a abordar hoy desarrollos recientes y cuestiones poco o nada tratadas en el informe de 2006, en particular las reglas
de la acción humanitaria.

I. Algunos desarrollos recientes 

Señalemos entre los desarrollos recientes:

La extensión y agravación de los fenómenos climáticos extremos

El tifón Haiyan/Yolanda que golpeó a Filipinas en 2013 es el ciclón más violento jamás registrado a ras de tierra. Debería ser de clase 6 (clasificación internacional) o de clase 5 (clasificación filipina) -esos niveles no existían entonces, siendo la más elevada de 5 (4 en Filipinas). Es una muestra de la novedad del fenómeno.

El recalentamiento climático provoca una elevación de la temperatura media de las aguas y, por tanto, de su nivel y de la gravedad media de las inundaciones de origen marino a lo largo de las costas. La elevación del nivel de las aguas se conjugó con la potencia de los vientos (con ráfagas que superan los 300 Km/h) para provocar destrucciones de una rara amplitud en el centro de Filipinas.

Los fenómenos climáticos extremos no son exclusivos del Sur. Este invierno, Francia y Gran Bretaña han sufrido una sucesión muy poco habitual de tempestades violentas (con ráfagas por encima de los 150 Km/h), provocando destrucciones en las costas y repetidas inundaciones. Los Estados Unidos por su parte han conocido, según las regiones, una sequía y una ola de frío excepcionales (mientras que el invierno ha sido particularmente dulce en Europa occidental).

La interacción de las catástrofes "naturales" con otros desastres socio-humanitarios

Desde hace mucho tiempo se sabe que el caos climático agravará muchos conflictos, en particular por el control del agua. Citemos tres ejemplos recientes que muestran hasta qué punto las catástrofes naturales pueden provocar (o combinarse con) otros desastres sociales y humanitarios.

El ejemplo más dramático es por supuesto el Nordeste japonés, donde en 2011, con el telón de fondo de la irresponsabilidad y falta de preparación de los lobbies industriales y del gobierno, un temblor de tierra seguido de un tsunami devastador desencadenó la catástrofe nuclear de Fukushima, la más grave junto con Chernóbil.

Recordemos que muchas centrales nucleares fueron construidas junto a las costas, incluso en zonas sísmicas...

Una parte importante de Bangladesh está amenazado por inundaciones asociadas a las tempestades tropicales. Son ya numerosos los refugiados climáticos echados de sus pueblos. Los flujos migratorios, incluso transfronterizos, aumentan en un contexto de crisis social que favorece, tanto en India como en Bangladesh, intensas tensiones intercomunitarias.

En Filipinas, el tifón Hayyan/Yolanda ha afectado a millones de familias. Las zonas siniestradas se encontraban ya entre las más desheredadas del archipiélago y las poblaciones corren el riesgo de hundirse en una pobreza estructural duradera, mayor todavía. Muchos refugiados climáticos se han dirigido a la capital, a Cebu o a Mindanao, hinchando los bidonvilles. Se pide un esfuerzo suplementario a los inmigrantes filipinos que trabajan -con o sin papeles- en numerosos países y que ya antes enviaban mucho dinero a sus familias. La onda de choque social de un fenómeno climático extremo de gran amplitud amenaza con propagarse mucho más allá del territorio directamente afectado.

Los países del Norte están por lo general mejor preparados para hacer frente a las catástrofes climáticas y limitar la propagación de sus efectos sociales. Pero con el ascenso de la precariedad en esas sociedades y la reducción cada vez más drástica de los medios destinados a las políticas públicas de solidaridad, también hay que temer en este terreno una "tercermundialización" de una parte de Europa o de los Estados Unidos...

El Capital, de la inacción a la acción negativa

Frente a la crisis ecológica global, continuar como si nada ocurriera: ésta ha sido la filosofía de los lobbies capitalistas y de los gobiernos a sus órdenes. Si se ha actuado, se ha hecho de forma marginal o, a menudo, limitándose a operaciones de comunicación. Es de temer que nunca llegue el tiempo para actuar, para lo peor y no para lo mejor.

En efecto, la crisis climática puede ser la ocasión de inmensas ganancias capitalistas. Ya se ha experimentado el mecanismo a pequeña escala. Se aseguran beneficios produciendo de forma contaminante y se garantizan nuevos beneficios vendiendo sistemas de descontaminación... La geo-ingeniería pretende elevar esta lógica a escala del planeta: verter limaduras de hierro en los océanos para captar el CO2 o dispersar azufre en la atmósfera para reducir la temperatura, o incluso poner en órbita espejos espaciales gigantes para reflejar los rayos de sol...

Ya están en curso, con apoyo de inversiones públicas, Investigaciones y experimentaciones en climato-ingeniería y geo-ingeniería. Ahora bien, su puesta en marcha provocará desequilibrios en cadena en la atmósfera o en los océanos (desde la multiplicación de las lluvias ácidas a la modificación de los ecosistemas marinos) cuyas consecuencias no pueden ser previstas. Implicará también un nuevo salto adelante de la producción y de su impacto sobre el caos climático y, en general, sobre la crisis ecológica global: una espiral infernal.

Para los capitalistas la razón ecológica pesa poco frente al encanto de la geo-ingeniería: además de inmensas ganancias, promete crear nuevos oligopolios que se beneficien de una posición rentista gracias a su control de sistemas planetarios, con el contrapunto del reforzamiento de su poder político dictatorial sobre la sociedad.

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