Buenas noticias para el cambio climático
Un iceberg flota arrastrado por la corriente por las aguas de Dunedin (Nueva Zelanda)
OPINIÓN
Angela Merkel inauguró en Berlin el V diálogo de Petesberg sobre el clima. Encima de la mesa el esperanzador nuevo informe del Banco Mundial y la Fundación Climate Works
Hoy podemos hablar ya de beneficios relacionados con el cambio climático. Aunque hasta ahora todo eran malas noticias, el asumir su irremediable impacto en nuestras sociedades y trabajar aceptando su presencia y transformación, nos podría traer ciertas dispensas.
Así ha quedado claro en el V Diálogo de Petersberg (Berlín) sobre el clima que comenzó el lunes 14. Allí ha estado muy presente un nuevo y renovador informe realizado por el Grupo del Banco Mundial y la Fundación Climate Works. Se presenta por primera vez una importante novedad: un escenario de modelos macroeconómicos que incorporan esas ideas y acciones de aceptación y adaptación. Se proporciona así una visión más completa y realista de los beneficios de las inversiones realizadas con fines relacionados con el desarrollo. También por primera vez se evalúa el impacto positivo en nuestro planeta de disminuir la contaminación atmosférica.
“El cambio climático plantea un grave riesgo para la estabilidad económica mundial, pero esto puede evitarse, acaba de apuntar el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, mientras la canciller alemana Angela Merkel destina 750 millones de euros para luchar contra sus efectos en los países en vías de desarrollo: “En nombre de Alemania puedo decir que asumimos nuestra responsabilidad”.
Las nuevas políticas que se intentarán desplegar permitirían evitar la expulsión de 8.500 millones de toneladas de CO2 con un ahorro energético semejante a la retirada de la circulación de unos 2.000 millones de automóviles. Se podría así alcanzar al menos el 30 % de la reducción total propuesta para 2030, enfocada a limitar el calentamiento del planeta a 2° C.
Cerca de un 10% de las especies marinas desaparecerían
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Hasta ahora nuestros océanos han absorbido cerca de un tercio de nuestras emisiones de CO2 desde la revolución industrial, pero a costa de su propia acidificación. El pH ha descendido de 8,2 a 8,1 en las últimas décadas y a finales de siglo si no aplicamos estas políticas y otras más ambiciosas, éste podría bajar hasta 7,8. Los corales morirían, cerca de un 10% de las especies marinas desaparecerían. Enfermedades tropicales se arraigarían en América del Norte, Japón o Europa. Especies invasoras marinas del sur se expanden cada vez más hacia el norte como consecuencia del cambio climático, las autóctonas desaparecen, un empobrecimiento de la biodiversidad de consecuencias imprevisibles.
Hay un precedente semejante en cuanto al aumento de CO2 en la historia de nuestro planeta: un aumento de la temperatura de unos 6°C grados que acabó con numerosas especies y provocó la irrevocable adaptación de otras a nuevas formas de vida. Esa transformación se desarrolló durante unos 5.000 años. Tan sólo esa vez en la historia de nuestro mundo se estuvo cerca de lo que vivimos actualmente en forma de mortandad oceánica.
Aquel período lo conocemos como el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE), hace unos 56 millones de años. Entonces, se dobló la concentración de CO2 atmosférico por causas volcánicas, impactos meteoríticos, cambios biológicos…, un enigma aún no resuelto que transformó radicalmente la faz de la Tierra; finalmente aumentó la temperatura con el correspondiente incremento del nivel del mar.
Se alteraron los ecosistemas, así como los patrones climáticos de todo el globo, la misma forma de los continentes y la dinámica externa del mundo que habitamos sufrió un remodelado sin precedentes, cerca del 10% de las especies marinas desaparecieron durante los siguientes 20.000 años.
La tasa de acidificación global y todos sus cambios derivados hoy es diez veces mayor que entonces, ello aceleraría el que similares cambios físicos sucediesen en unos cinco siglos, y uno ya lo hemos recorrido. Pero los cambios biológicos derivados no conocen precedentes sometidos a semejante aceleración y estrés. Las consecuencias no pueden ser leídas y descifradas a través de alguna huella, al menos tanta velocidad impresa no se ha encontrado aún en el libro de las rocas; tan sólo los grandes cataclismos como los generados por súper volcanes o los impactos de cuerpos estelares contra el planeta los superarían.
Las políticas planteadas por el Banco Mundial incluyen reglamentaciones, impuestos e incentivos para dar ya el salto hacia un transporte no contaminante, mayor eficiencia energética en el sector industrial y constructivo y la reducción del omnipresente derroche energético.
Como conclusión final, según el informe presentado, los beneficios anuales de esas políticas, y mirando al horizonte 2030, incluyen un crecimiento aproximado del PIB del orden de entre 1,5 y 2,5 miles de millones de euros, el evitar millones de muertes, el encaminarnos por fin a reducir las emisiones, mejoras sensibles en la agricultura o la creación de nuevas oportunidades laborales y económicas. Se subraya así que la inacción en materia climática conlleva unos costos que aumentan cada día.
El estudio que ya es referencia en ámbitos científicos, sociales y políticos, culmina con argumentos sobre los grandes beneficios derivados de tomar medidas que permitan salvar vidas, crear empleos o hacer crecer las economías en un contexto de aminoramiento de la velocidad de nuestro ya indiscutible cambio climático.
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