Por qué Scioli no puede echarle la culpa sólo al cambio climático
Pilar Assefh
El Gobernador señaló a ese fenómeno como el principal responsable de las inundaciones que afectan a la provincia de Buenos Aires. Pero hay otros factores que factores que también inciden.
“El principal adversario acá es el cambio climático”, dijo el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Así, el origen de todos los males, aquellos que hacen que alrededor de 10 mil personas se encuentren afectadas por inundaciones desde hace varios días, parece colocarlo en un fenómeno precipitado por el hombre y al cual este Estado (ya sea el provincial o el nacional) no ha prestado atención en su período de gestión.
En parte, de todos modos, el candidato a la Casa Rosada tiene razón, tomando la expresión de un ex presidente estadounidense, “¡Es el cambio climático, estúpido”. La ecuación, sin embargo, no es tan simple.
De acuerdo a reportes del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI) está en los mayores niveles que el planeta ha experimentado en los últimos 800.000 años. Consecuencia de ello son el aumento de temperatura registrado en la Tierra (que, en lo que va de este siglo, ya sumó 0,9°C), la acidificación de los océanos y los cambios en los patrones de precipitación, entre otras cosas y con todo lo que implica.
Estos son cambios que se han hecho sentir en el territorio nacional. Y así lo refleja el informe del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) al Proyecto Tercera Comunicación Nacional a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) de la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (SAyDS), según el cual, entre 1960 y 2010, la precipitación aumentó en casi todo el país, aunque con variaciones interanuales. “Los mayores aumentos se registraron en el este con más de 200 mm en algunas zonas, pero los aumentos porcentuales fueron más importantes en algunas zonas semiáridas. Por el contrario, sobre los Andes patagónicos, las precipitaciones tuvieron un cambio negativo”, sostiene dicho documento. A futuro, es de esperarse que estas tendencias se agudicen.
Pero, como se dijo, no todo se le puede reprochar al cambio climático (algo que, de todos modos, sería contradictorio, dado que es el hombre el responsable de dicho fenómeno). En el país, otros condimentos han ayudado a generar el escenario para que los actuales acontecimientos sean posibles.
Sumado a la falta de obras de adaptación al cambio climático, tal como señala Gonzalo del Castillo, presidente del Movimiento Agua y Juventud, “hay algunas otras acciones antropogénicas que están colaborando aun más en el proceso de cambio climático”. Dentro de ellas, es menester mencionar el proceso de desertificación y deforestación que se está llevando a cabo en incumplimiento de la Ley de Bosques (Ley 26.331), algo que “es fundamental porque termina impactando en el ciclo hidrológico”. Esto, detalla, “no solamente colabora con el aumento de tormentas más extremas, sino que, además, quita capacidad de resiliencia a los suelos. Por eso, cuando llueve y se levantan los bosques, se erosiona el suelo, genera mayores correntías, y eso saliniza más los suelos y genera impactos de diferentes órdenes”.
En las zonas urbanas, por otra parte, del Castillo apunta que existen otros factores como la impermeabilización del suelo. “Por ejemplo, habilitar la construcción o instalación de viviendas precarias en el cauce de los ríos, que son zonas inundables por naturaleza, es falta de proyección y planificación política territorial. A la par, cuando se impermeabilizan los suelos con el aumento de cementos, las zonas de construcción y demás, hay menos lugares de captura de agua. Entonces, la correntía termina yendo toda a los ríos más cercanos o a los desagües y hace que se inunde”, profundiza.
El tema de la agricultura
En las últimas horas, sin embargo, algunos funcionarios han apuntado a la agricultura como la responsable de las inundaciones. ¿Puede ser esto así? Más allá de su impacto sobre la actual crisis, la actividad agropecuaria –explica el ingeniero agrónomo Gabriel Rodríguez, del Instituto de Clima y Agua CNIA-INTA– cumple un doble rol en la problemática del cambio climático, dado que “es un sector altamente afectado y, a su vez, uno de los causantes del mismo a través de las emisiones de GEI”. En este sentido, especifica, los principales gases de esta actividad son: el dióxido de carbono (CO2), por la quema de rastrojos y la deforestación, desmonte, y roturación de pastizales y pasturas para utilizar con cultivos; el óxido nitroso (N2O), que proviene de reacciones biológicas que utilizan el nitrógeno de los suelos que ingresa por los fertilizaciones o por la degradación de materiales vegetales residuales; y el metano (CH4) que es emitido por procesos fermentativos en cultivos de arroz inundados, en el rumen del ganado doméstico y en el estiércol de los animales que se maneja en condiciones anaeróbicas.
Por otra parte, el especialista detalla: “La actividad agrícola presenta efectos negativos sobre el medioambiente en diversas formas y la gran mayoría de los impactos serían minimizados o reducidos si se llevaran a cabo los manejos agronómicos adecuados. La agricultura representa una simplificación del ecosistema, esta disminución en la biodiversidad provoca que el sistema sea más sensible y vulnerable a cualquier distorsión, ya sea climática o biológica. El uso excesivo de fertilizantes (o sea, dosis mayores a las que los cultivos pueden absorber) pueden causar contaminación de las napas o cursos de agua con nitratos y fosfatos. La aplicación excesiva de herbicidas y plaguicidas también reducen la biodiversidad, y pueden causar contaminación del aire y del agua. La expansión de la frontera agrícola mayoritariamente dada sobre áreas deforestadas de bosques nativos aumenta la vulnerabilidad de los ecosistemas, aumenta la degradación de los suelos, etc.”
¿Cómo puede la agricultura impactar en las inundaciones? De acuerdo a Nicolás Ridley, de Tecnología – Producción de MSU, esto puede darse por “el cambio de uso de la tierra de cultivo doble y cebada perenne a monocultivo (sobre todo, de soja), que hace que el cultivo por año baje y sea menor que el régimen de lluvias, llevando a que se acumule en el suelo y suban las napas”. Esto –completa– “está trayendo problemas hace años en el sur de Córdoba, donde cualquier lluvia por encima de lo normal inunda pueblos”.
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