Ante la destructiva relación de la sociedad con la naturaleza, resulta necesarioreinterpretar y transformar los paradigmas que rigen el rumbo de nuestras acciones individuales y colectivas, salvaguardando la subsistencia de la especie humana y de la naturaleza. La Dra. Brigitte Baptiste, en una reciente conferencia manifestaba lo siguiente “la humanidad vive en un planeta que no conoció -biológicamente hablando- y que de seguro, va a empeorar”. La pregunta que toca hacerse es, ¿cuándo empezaremos a cambiar y cómo lograremos que ese cambio, sea eficiente y sistémico?
En pleno Antropoceno, estamos inmersos en un modelo de mundo urbano, donde la naturaleza se encarga de cobrar heterogéneamente los excesos de las actividades antropogénicas y como si esto no bastase, estamos en plena crisis de valores sociales, reflejados en la indudable crisis ambiental. Lo decía Thomas Friedman en su libro “Caliente, plana y abarrotada” cuando expresaba que para nuestro desarrollo, era más fácil tumbar un árbol que dejarlo en pie.
La biofília debe ser un modelo a seguir en los medios urbanos
Por lo anterior, el mejor lugar para hacer frente a los efectos del cambio climático, es en el espacio público. La visión integral de la interpretación del ambiente como proyecto de ciudad, genera un modo sostenible de desarrollo y las ciudades como centros que generan recursos pero a la vez contaminación; deben basar su desarrollo en la ecología urbana. Los antecedentes de esta forma de ver a la ciudad, nace en los 70, con la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, mejor conocida como Cumbre de Estocolmo realizada en 1972.
En este orden de ideas, es importante señalar cómo nuestra forma de ver el mundo con una visión sistémica y desde perspectivas globales y locales, ha cambiado a lo largo del tiempo y, en virtud de esto, Tim Beatley manifiesta en el 2010, que la biofília debe ser un modelo a seguir en los medios urbanos, superando las limitaciones que actualmente presentan el desarrollo sustentable, el crecimiento verde y las barreras socio-políticas del cambio climático.
Las ciudades biofílicas demuestran un nuevo diseño de espacios públicos pensando en centros futuristas y biocéntricos, conectando la población a todas las formas de vida. El término biofília no es nuevo, ya que E.O. Wilson, sugirió en 1929 que los seres humanos sienten una afinidad innata por todo lo viviente. A partir de allí, han sido muchas ramas de la ciencia y la filosofía que han usado este término para lograr responder la pregunta que formulaba al inicio.
Las respuestas que necesitamos para responder al cambio climático, son principalmente urbanas y por medio de la resiliencia que presenten nuestras ciudades, podremos aprender de la biodiversidad, teniendo una visión de mundo más analítica y holísitica como lo ha demostrado la biomímesis o la bioética.
No se puede firmar un tratado con la naturaleza, pero sí es viable la construcción de políticas públicas sobre cambio climático, basadas en efectividad y accesibilidad de espacios representativos de la naturaleza dentro de las ciudades, la conservación de labiodiversidad urbana, la valoración integral de los servicios ecosistémicos y la integración de una gobernanza adaptativa.
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