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miércoles, 11 de abril de 2012

La crisis social como metáfora del cambio climático

Estamos metidos en una crisis social de la que sabemos las causas, pero de la que no sabemos -cómo- salir.
Estamos metidos en un cambio climático, del que conocemos las causas, pero del que no sabemos -cómo- salir.
La razón de ambos problemas es el funcionamiento de los sistemas dinámicos. Pensamos que los seres humanos, y nuestra sociedad humana, somos algo especial, pero no somos más que sistemas dinámicos de agentes en interacción.
En nuestro devenir cambiamos las condiciones de contorno que rigen el flujo, social en un caso, del aire en el otro, sin saber que las hemos cambiado, ni poder ajustarnos a ellas.
El funcionamiento social se basa en habilidades adquiridas, primero en la escuela, y luego, a lo largo de la vida, habilidades que adicionalmente están condicionadas por la historia de los grupos humanos que forman esa sociedad. Lleva mucho tiempo aprender esas habilidades, y una vez aprendidas (y ese es el objeto del aprendizaje) es casi imposible cambiarlas.
Las revoluciones han sido casi la única forma de modificarlas, al menos en nuestra cultura occidental. Pero no son la única.
Menos mal.
Las culturas del sur de Europa son culturas basadas en la cesión al otro de la construcción y mantenimiento de los raíles por donde debe discurrir la vida social: El catecismo lo hacían otros y los ciudadanos sencillamente lo aprendían.
En las culturas del norte el catecismo lo hacía cada uno, al menos idealmente.
En nuestras culturas sureñas el catecismo actual es la declaración de 'derechos': El ciudadano nace rodeado de derechos. Puesto que culturalmente estamos acostumbrados a no asumir más que lo que hay en el catecismo que nos dan, como no nos dan -obligaciones-, asumimos que no existen. El mejor ejemplo son los estatutos universitarios, en los cuales hay una página entera de derechos de los estudiantes, y solo dos líneas acerca de sus posibles obligaciones.
¿Es posible que los ciudadanos asuman que sus derechos no derivan del nacimiento, sino de sus obligaciones y responsabilidades, y que este cambio se produzca en un año? Es casi imposible en una sociedad democrática.
Japón, en el siglo XIX, cambió radicalmente de forma de pensar, pero lo hizo sin revolución por imposición de su clase dirigente. Su cultura aceptaba cualquier orden que viniese de arriba.
De forma similar al cambio social, a lo largo de dos siglos hemos cambiado la composición de la atmósfera. Ahora la atmósfera tiene -derechos- pero no -obligaciones-. Volver a la situación original, o sencillamente, limitar el crecimiento del CO2 es imposible dentro de la estructura energética en la que está basado el funcionamiento del sistema dinámico que es la sociedad.

Puesto que el cambio de modelo que propugna hoy el editorial de El Mundo (Orbyt, 11/04/2012) es imposible, lo único que queda es adaptarse a la nueva situación que nosotros mismos hemos creado. En la comunidad de Madrid hay 11 escuelas de Arquitectura, en una profesión que en España está en declive. Es claro que la adaptación implica la desaparición de al menos 9 de esas escuelas.
De la misma manera, en una situación de cambio climático, regar los cultivos es imposible, y la presión migratoria nos hará tener que asumir la integración social de millones de personas de otras culturas y con carencias formativas considerables.
El trabajo que tenemos es adaptarnos a las nuevas condiciones de contorno, pero es una tarea realmente difícil, porque hasta los mismos maestros (desde profesores a políticos) retienen las antiguas, y como muestra este blog de clima, las propuestas de cambio reciben el rechazo insultante de muchos de aquellos a quienes va dirigida la sugerencia de adaptación.
De las crisis sale, a veces, una nueva estructura social más dinámica. Esto ocurrió tras las crisis (más bien revoluciones sangrientas) inglesa y francesa de los siglos XVII y XVIII.
Pero de las crisis de los imperios romano e islámico salieron siglos de miseria.
El cambio ya ha llegado y no podemos invertirlo. Nos queda aun la posibilidad de salir de él en positivo o en negativo, como la Inglaterra tras Cromwell o como la Roma tras Marco Aurelio.
Aun nos queda algo de tiempo.
¿Qué elegimos?
Màs

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