Las campañas de demócrata y republicana pasan de puntillas por la lucha contra el calentamiento global
Durante la Convención Nacional Demócrata de 2008, Al Gore tuvo una actuación aclamada ante 75.000 espectadores en Denver, cuando respaldó decididamente a Barack Obama en su lucha contra el cambio climático. Entonces, el ‘oscarizado' por Una verdad incómoda (2006) y Premio Nobel de la Paz (2007), aseguró que Obama llegaría a la Casa Blanca con soluciones para la crisis climática bajo el brazo. Cuatro años después, el cruzado por el medio ambiente ni siquiera ha pisado Charlotte (Carolina del Norte), donde ha tenido lugar la convención demócrata de este año.
Al Gore, decepcionado por el giro que han dado las políticas medio ambientales de Obama en el último año y medio, ha preferido seguir la convención desde Nueva York, al frente de su televisión por cable Current TV. Un modo para expresar su frustración que, sin embargo, no da lugar para apoyar al bando contrario y se muestra temeroso "del futuro de nuestra política medio ambiental" si el republicano Mitt Romney llegara el próximo 6 de noviembre al Salón Oval. En una entrevista en la revista Rolling Stone en junio de 2011, Gore acusaba a Obama de no haber sido capaz de "presentar al pueblo americano la magnitud de la crisis climática", a pesar del comienzo prometedor de su legislatura.Ahora, en plena campaña presidencial, ambos partidos apenas pasan de puntillas por esta cuestión: por un lado los demócratas, tratando de recuperar el crédito perdido de Obama apoyándose para ello en el carisma del ex presidente Clinton, y por otro, los republicanos que históricamente se han situado más del lado negacionista del calentamiento global del cambio climático. No en vano, a finales del año pasado, el republicano Mitt Romney, cuando aún estaba embarcado en sus primarias, aseguraba que "no sabemos qué está produciendo el cambio climático en este planeta. Y la idea de gastar billones y billones de dólares para tratar de reducir las emisiones de CO2 no es el camino correcto para nosotros".
La economía es lo primero
La visión de los consultores y analistas políticas difiere mucho según su afiliación política. Así, desde el lado republicano, Jim Innocenzi, consultor que en Nebraska llevó a Kay Orr a convertirse en la primera gobernadora republicana, no duda al afirmar que "el votante estadounidense siempre se preocupa en primer lugar de sí mismo". Así, "en un momento en el que hay una elevada tasa de paro, las cuestiones relativas al bolsillo se imponen a cualquier otra, incluso al cambio climático".
A ello se suma, según apunta, la falta de consenso científico sobre el calentamiento global "y las sospechas de fraude acerca de su base científica". Por ello, Innocenzi se remite a las palabras de su candidato Romney al cierre de la Convención Nacional Republicana de Tampa, cuando afirmó que "el presidente Obama prometió frenar la subida de los océanos y sanear el planeta. Mi promesa es ayudarte a ti y a tu familia".
Por su parte, en el lado demócrata, Mark Mellman, hombre clave en las políticas medio ambientales con la Administración Clinton, denuncia que "los republicanos han decidido que el cambio climático no forme parte de su estrategia de oposición al presidente Obama y los demócratas estamos hartos de los ataques del Partido Republicano en materia de legislación climática, como con los impuestos energéticos".
Mellman, haciendo parte de autocrítica, admite estar convencido de que "los estadounidenses quieren que se actúe, que se haga algo en relación al cambio climático, pero querer algo y forzar una acción específica en un sistema político predispuesto a la inacción son dos cosas muy distintas".
Posturas enfrentadas
Hasta el momento, uno de los pocos guiños al cambio climático que ha habido durante las campañas ha venido de las preguntas lanzadas por la iniciativa ciudadana ScienceDebate.org.
Como resultado, dos posturas enfrentadas que buscan contentar a la mayor parte de su electorado. Mientras Obama aseguraba que "el cambio climático es uno de los mayores asuntos de nuestra generación, al que tenemos que hacer frente con políticas inteligentes que nos lleven a un crecimiento mayor de producción de energías limpias", Romney matizaba que, si bien "los políticos deberían considerar el riesgo de consecuencias negativas" que trae el calentamiento global, "no existe consenso científico en el tema, tanto en la extensión del calentamiento, como de la contribución humana al mismo y la gravedad de los riesgos".
Obama, en una postura más defensiva que ofensiva, se remite a su apuesta por las energías limpias mediante su plan de límites de polución del carbón, así como a la reducción de la dependencia del país del petróleo extranjero, situándola a niveles de hace 20 años. El presidente destaca, además, el liderazgo de EEUU en el contexto internacional para llegar a acuerdos globales de reducción de emisiones de CO2.
El candidato republicano, por su parte, critica que Obama tratara de atajar las emisiones del país, "imponiendo grandes costes a la economía estadounidense", haciendo referencia a su malogrado intento de gravar las emisiones como una medida que "habría devastado a la industria del país". Romney es de la opinión que gravar las emisiones de CO2 en EEUU lo único que provocaría es, no sólo dañar a la economía estadounidense sino, además, que sus competidores extranjeros tratarían de buscar ventaja competitiva incrementando sus producciones y con ello, sus propias emisiones, lo que terminaría por no beneficiar al medio ambiente. Su solución pasaría, en cambio, por el crecimiento económico y la innovación tecnológica en, por ejemplo, técnicas de baja emisión contaminante.
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